me preguntó el hombre, e
pero me apart
dose hacia la pared, donde m
-dijo él, volvi
uiero que un hombre me
tenía molestias en el tórax, náuseas y malestar abdominal. Notaba que mis piernas
igueos en mis piernas, caí de rodillas sobre el suelo del ascensor y c
se calme -me
do... -dije c
único que consegui
confortadora. Poco a poco, él me fue diciendo trucos para que me
el cual se veía una campana amarilla durante unos pocos segundo
no tener respuesta. Se aflojó un poco la co
ha calor en ese
brazos sobre las rodillas. Buscó algo en el bolsi
al pero no había ninguna. ¿Cómo
ertada al verme, mientras yo respiraba con la ayuda d
se pondrá mejor. A lo largo del día acabará riéndose -me
lenta
ó más tranquila, me quedó apoyada en la
os lados, impidiendo
evaban metidos en ese lugar. De pronto, cuando habían pasado cincuenta minu
e alivio. Antes de que las puertas se abrieran, me limpió las mejillas sonriendo u
neral de esta empresa? -inquirió é
ormalmente, pero hoy d
ue podía, del montacargas. Una vez fuera, respiré hondo para
cio y decidió salir antes de qu
nta treinta se quedaron sorprendid
Volví mi vista hacia adelante y lo encontré a horcaj
levanté co
o. Él llevaba un traje de color azul marino con una
el cabello engominado hacia atrás. Sus ojos eran de un tono
largas, al igua
s mediría unos 1.95 m y se podía ver que era delgado. También tenía
le agradecí, mientras m
er -me mostró un
scuchó detrás de ellos. - Pero,
quién era, mientras n
sonrisa picarona. Llevaba un traje negro que le quedaba como un gu
los treinta añ
Davis -lo saludé con
bre recién llegado, descolgando el teléfo
pequeño problema con el ascen
-suspiró el señor Davis. - ¿Cuántas veces te he dicho
hombros encogidos. - Este hom
ncio. Sin más, Joshua cerró los ojos y sonrió. Se acercó
mada, vuelve a tu puesto de trabajo. Si alguien
do nada -le
uiero que vayas a
cia el baño que se encontraba hac