leo, cuando siento el impulso de querer envenenar el café de mi jefe, pero sé que darían c
el maldito teléfono que tiene en su oficina para pedirme las cosas de buen modo, me levanto y toco a
avalluci? -pregunto ignoran
algunos posibles clientes, por l
bía infor
istir? -inquiere con un tono de voz que
ro esto último tan bajo que no logra escucharme, ya que de lo contrario
és vaya al departamento legal y busque al abogado De San
entes? -inquiero anota
el nombre -responde fulminándome con la mirada como
ont, ¿cuántas personas estarán en la
dueños y usted quie
hago como si lo estuviese ahorcando, después de mi pequeña fantasía casi orgásmica,
ue cuando llega mi hora del almuerzo bajo a la cafetería de empleados y pido algo ligero, para llevarlo a mi lugar de trabajo y
gato de azotea en un intento por liberarme de la tensión d
es? Que usted no está calificada para tener el cargo que ostenta -pregunta y se responde él mismo con su lengua viperina, ahora entiendo por qu
ceder, al menos no cuando usted
ere mirándome con
, ya son más de las siete de la noche -sin poder c
empo que tiene trabajando para mí la he escuchado queja
e sus ojos azules se vuelven casi negros debido a que su enojo está llegando a su máximo punto de e
el estacionamiento -comenta antes de da
s a este repugnante ser, que es tan insensible a tal extremo que encabeza el primer
auto de mi jefe y justo cuando me estoy acomodando
orita Bennett? -inquiere fulminá
ndo toser, al instante lo miro mordiendo mi labio inferior con temor a que me vaya a delatar con nuestro querido jefe y conociéndolo es capaz de bajarme de su auto gritándome que estoy desp
na nuestro jefe con evidente pr
ue creo que estoy por resfriar
arse acá atrás, necesito discutir algu
por sus labios, se acerca a mí y me ayuda a desabrochar el cinturón, lo cual toma como ex
ste me lanza una sonrisa malvada y tan rápido como el aleteo de un pájaro arrebata
es el que siempre esté a su lado, eso sin contar con su mirada envenenada a la cual
se el humor tan ácido que se carga y no deseo enfermar de indigestión visual por su culpa. Nos lleva a una mesa un poco apartada donde ya se encuent
ido antes, pero me es difícil viajar seguido a Italia, soy Camille Dumont y c
a de advertencia por lo que guardo silencio y lo dejo que meta la pata-, bueno a mi asistente la señor
r qué desde hace algún tiempo vengo siguiendo su trabajo, a lo largo de todos estos años y he v
in que pueda verme le ruedo los ojos, por qué sé que eso no va co
mpacto que tendrían al trabajar de la mano con nosotros. Hacemos nuestro pedido y en lo qu
or Dios que sabe a gloria, tanto así que mis pupilas gustativas casi explotan de placer y si pudiesen se pon
de nuestros clientes y después de revisar con mucho cuidado los co
ueño lamento interno, en primer lugar por contenerme de pedirle una foto a Camille Dumont y en segundo lugar me hubies
es mortales como recordatorio de ser un buen samaritano, le lanzó una mirada fulminante que por
y lo mejor de todo es que es una reina del enc
ndome con tanta frialdad que si tuviésemos un duelo de
-pregunto sin ente
mi asistente, no
cirle eso a mi jefe por muy molesta que me encuentre-, nun
-me rebate entrando al auto y juro que solo por qué desapareció de mi vista si no le hubiese dicho que es un completo idiota, Camille Dumont está casada con Leonardo Ruíz un hombre que está
muj
como no pienso seguir amargando mi noche, lo ignoro, p
demonio me estuviese persiguiendo y antes de que mi jefe diga algo le cierro la puerta en la cara, escucho como Paolo vuelv
nudarme de camino a mi cama dejando todo en
recer por completo de vida social, solo llevo unos días y ya deseo renunciar, regresar con mis padres y d