didad persiste, como si las sombras del teatro estuvieran acechándola en cada esquina. A pesar de sus intentos por mantenerse cen
mente sigue regresando a la figura misteriosa que la observaba desde las sombras, preguntándose quién era y qué quería de ella. Mientras tanto, sus c
ca de su letargo. Con el corazón latiendo con fuerza, se levanta de la cama y se adentra en la oscuridad de su sala de estar. Allí, entre las sombras, visl
btener una explicación, la figura se desvanece en la oscuridad, dejándola con más preguntas que respuestas. Mientras contempla la oscu