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Historia

Capítulo 4 emocionado

Palabras:1328    |    Actualizado en: 26/02/2024

ta que me duele el cuero cabelludo. - Explícalo claramente, Yago. - La empresaria se cruza de brazos y, por el tono, ya se ha recuperado del susto inicial. - Ayer vino a verme un guardia d

e miraba ya se estaba volviendo vergonzosa. Como si quisiera investigar mis palabras. - ¿Es un chico o una chica? ¿Cual es el nombre? - Es un niño. Su nombre es Murilo. Júlia lo encontró en los documentos que lo acompañaban. - Bonito nombre. -Solo lo saludo con la mano. - Descansemos todos. - Úrsula deja escapar un suspiro de agotamiento. - Nos vemos mañana para almorzar. Saldremos a última hora de la tarde para el penúltimo espectáculo antes del descanso de una semana. Pensaré en la solución y lo solucionaremos. - Determina, ahuyentando a todos fuera de su habitación. Bajo la cabeza y me voy. - Yago, si necesitas ayuda, sabes que puedes contar con nosotros - dice Nic, Mel y Ramon asienten. - Nunca tengas miedo de contarnos nada. Somos una familia. - Gracias chicos. Me siento como si estuviera atrapado en una pesadilla, por eso no dije nada ayer. Pero no volverá a suceder. Me despido de ellos y abro la puerta de mi habitación. Está en silencio y realmente necesito darle un gran bono a este ángel que llegó a mi vida. Ella me salvó. - Durmió. - Salto del susto y volteo para verla levantarse de la silla. - Pedí al servicio de habitaciones que esterilizara el biberón y anoté las instrucciones. Está al lado de la lata de leche. - No puedo agradecerte lo suficiente. - No necesita. Haz el bien sin mirar a quien. Eso es lo que mi padre siempre me enseñó. - Parece un buen hombre. - Él es. - Abre una sonrisa orgullosa. Sé que toqué un punto importante para ella. - Necesito tu cuenta para... - No es necesario. De verdad. ¿Ya sabes lo que vas a hacer? - Se mete las manos en los bolsillos traseros del pantalón y sus senos sobresalen hacia adelante. No los mires, Yago. No ví. - Úrsula dijo que pensará en una solución. - Me muerdo el labio, considerando si debería decir lo que pensaba o no. Elijo hablar. - Estarías dispuesta a... - Ya tengo mi trabajo - responde soltando una risa incrédula. - Pago el doble de tu salario. - Hagámoslo así, espera a que tu jefe lo resuelva y, si por casualidad Murilo me necesita, simplemente llama. Dejé mi número anotado. Ahora te dejaré descansar. Buenas noches Yago. Me aparto de su camino y me quedo quieto hast

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