nvivencia con él, mi cuento de hadas fue completamente diferente a lo que imaginaba que sería. El príncipe se convirtió en rana y se volvió malvad
ino detrás de mí, se detuvo en la entrada de la cocina y me miró. - ¿Qué quieres cambiar en el contrato? - Preguntó. Me volví hacia él y nuestras miradas se encontraron y me alejé del contacto. Fui al refrigerador, tomé una botella de vino, la serví en dos copas y la llevé a la sala, donde estaba Frederico. Me senté en el sillón de al lado y tomé un sorbo de la bebida. - Antes de hablar del contrato, ¿qué crees que comemos primero? - Pregunté con voz temblorosa. - ¿Qué quieres comer? Pensé en pedir sushi o yakissoba, pero te dejo elegir - dijo después de tomar un sorbo de vino. - Podría ser sushi - dije emocionado, Frederico sacó su celular del bolsillo, hizo el pedido, arreglé la mesita de la sala y coloqué dos almohadas en el suelo para que nos sentáramos. Tomé también la botella de vino y dejé el contrato cerca. Quería discutir algunas cláusulas con él, me di cuenta de que no me quedan muy claras. Media hora después, el repartidor trajo el barco de sushi y Frederico lo colocó sobre la mesa, nos sentamos y empezamos a comer. Estuve analizando este pequeño momento, nunca he sido tan feliz como ahora, a pesar de las dificultades que estoy pasando, sin embargo, sé que Frederico está conmigo. Sonreí, tomando otro trozo de pescado, mojándolo en la salsa de wasabi, luego comiéndolo, dejando escapar un pequeño gemido, Frederico sirvió más vino en nuestros vasos. Satisfecho, esperé a que terminara de comer. Sin que se diera cuenta, lo vi lamerse los labios después de poner un trozo de pescado en salsa. Masticó lentamente, saboreando la comida. Cogió la servilleta, se secó los labios y luego me miró. - Ahora abordaremos tus dudas respecto al contrato. Dime cuáles son - dijo acomodándose. - Quiero poder trabajar fuera de casa después de casarme, no quiero vivir en casa, como si fuera un inútil. Quiero visitar a mis padres - dije mirándolo. - ¿Por qué crees que te prohibiría trabajar o visitar a tus padres? Serás mi esposa, Lara, no mi propiedad. - Frederico me miró esperando una respuesta. - Porque antes era así, me impedían vivir, trabajar, tener amigos, ir sola a lugares. Y no quiero volver a vivirlo todo. ¿Vamos a vivir en Los Ángeles después de la boda? - Me levanté, sentándome en el sofá, bebiendo un poco más de vino. - Lara, no quiero que pienses que actuaré igual que Fernando. No soy como él, ya te he dado suficientes pruebas. Lo que quieras hacer después de la boda, estaré a tu lado apoyándote. Sí, v