eníamos, en plena fiesta nos presentaron; Mientras hablaba, la invité a salir, pero ella me dijo que ya tenía novio; Al mismo tiempo, Fernando llegó a la fiesta. Estoy segura que ella estaba averg
habitación un poco desordenada, pasando su mano por los muebles, no pude decir nada, solo la miré vagamente en sus pensamientos. Entró a un pasillo, abrió la puerta y la cerró inmediatamente. No me senté, esperé su regreso, pensé que se daría una ducha. Entonces escuché una risa fuerte e incontrolada, justo después de un grito tan fuerte como la risa. Desesperada, corrí a la habitación tocando la puerta y llamándolo por su nombre. Me dijo que no entrara, que quería estar sola. Sin embargo, escuchar tu llanto me causó mucho dolor. Abrí la puerta lentamente, metí medio cuerpo adentro, observando a Lara recostada en la cama, las sábanas tiradas por el suelo y las almohadas también. Su mirada recorrió mi camino. De repente su expresión cambió, dando paso a un ceño fruncido. La amenacé con acercarme más a ella, pero ella gritó. - No te acerques más, vete, odio a tu familia, mi vida se ha vuelto un infierno desde que te conocí - se lamentó levantándose de la cama para luego señalarme que me fuera. - ¿Necesitas algo? Puedo ayudarte, sé que estás sola y tus padres viven en otra ciudad - dije esperando su respuesta, pero ella solo soltó una risa amarga. Y con ese acto supe que esa dulce joven llena de sueños ya no existía. - Me siento aliviado por su muerte, solo sabiendo que no lo volveré a ver, mi corazón tiembla dentro de mi pecho, latiendo con resignación. Su hermano era el mismo diablo, estoy seguro de que ahora está con él, ardiendo en el infierno. ¡Quiero que te vayas! - ordenó, pasando a mi lado, abriendo la puerta del dormitorio. Entiendo completamente la forma en que ella está actuando conmigo, simplemente lo está dejando salir todo, no la culpo, al contrario, estoy de acuerdo con ella en todo. Salí de tu habitación. Antes dejaba mi tarjeta con mi número de celular sobre la mesa. Si necesita algo, puede llamarme. Me sentí mal por todo lo que escuché y golpeé fuerte el volante. Por mucho que haya soportado con Fernando, tiene motivos para asustarse un poco. Arranqué el auto y salí, sin embargo, sus palabras no salían de mi cabeza. CAPITULO 2 Lara Barcelos Abrí los ojos rápidamente cuando escuché golpes en l