significa que tuvo suerte de no ser asesinada por tan poco?, pensó en preguntar, pero el sentido común le hizo guardarse la curiosidad. Ella asintió y, cuando él le dio la espalda, lo siguió
El jefe dijo que estás débil y que no aguantarás ni un solo día de trabajo. Pero la delgadez no es debilidad, ¿verdad, muchacho? Ella sacudió su cabeza. El capataz salió de la habitación arrastrando sus botas que hacían ruido en el frío suelo. Le dolían los dedos que agarraban las correas de la mochila y relajó un poco la presión. Se preguntó qué pasaría después, cuando tuviera que trabajar y dormir junto a los peones de la granja. Poco a poco, el pánico repentino dio paso a la consideración. La mentira que había inventado era, en cierto modo, lo que la protegía. Después de todo, no intentarían hacerlo pasar por otro chico, pensó para sí misma, ella también era un chico. Marchita, de voz fina, rasgos femeninos. Sí, se hacía pasar por un chico extraño, era cierto. Pero hasta el momento la mentira había permanecido, y esa era otra verdad a considerar. Guardó su ropa en el armario junto con su mochila. Y mientras hacía eso pensó en darse una ducha antes de dirigirse a la cafetería. Pero ni siquiera tuvo tiempo de averiguar si era posible cerrar la puerta del baño, el capataz llegó nuevamente a la habitación y su cara era la de pocos amigos. - ¿Por qué sigues ahí parado? - Estaba guardando mi ropa. - Respondió señalando el armario. - Hmm, está bien, ¿qué quiso decir con ese otro hmm?, pensó mientras se retiraba la capucha, dejando al descubierto su corto cabello castaño. El otro entrecerró los ojos, pareciendo desconcertado por su apariencia, y sintió que se le revolvían las entrañas. - ¿Crees que estás en un hotel? Suspiró aliviada de que la pregunta no tuviera nada que ver con su apariencia, aunque no entendía el motivo del interrogatorio inútil. - Disculpa, no entendí. - Así que voy a ser muy claro - Cruzó los brazos sobre su gran barriga y abrió las piernas en una posición como si fuera a dar un discurso a continuación - Cuidarás tus cosas después del trabajo, y eso incluye hacer la ropa, la cama, ducharse y cualquier otra tarea personal, ¿entiendes? Tenemos horarios que cumplir, y uno de ellos es el desayuno. Entonces, si todavía quieres comer antes de empezar a trabajar, sígueme a la cafetería. Y lo es ahora. Sin perder tiempo, Mariana agarró su gorra, se la puso en la cabeza y corrió para alcanzar al capataz, que ya salía del alojamiento. Capítulo 7 Al entrar a la cafetería, hizo un esfuerzo por mantener una postura más cercana a la de un hombre, caminando con pasos firmes y confiados, cuidando de