ento alterada, su rostr
omovilístico, su padre, dejó el
gunto, mis pies se vuelven ge
uenan detrás
. Asustada, me giro, pero no, él no debe saber que me
a de una manera, que me da escalofríos. Pero por otro lado, sigue estando tan guapo como el primer día que
r. Mis ojos van a sus bolsillos, no tiene ningún
ento –comenta Gabrie
a bien esta herencia. También me dice que está orgullosa de mí a pesar de todo. Y ahora me doy cuenta, nunca les
o un sentimiento que me está
y a mi niña, el otro 50 por ciento, ustedes verán
sante –comenta Gab
sabe
da, Gabriel le arrebata
e mira con odio. Abro y cierro la boca, incapaz de buscar las
a y sale de la habitación, me quedo
antes de que la mucama cierre la pue
de mudar ayer –r
piro. Es raro volver estar aquí. Llego al jardín movida por los recuerdos, dejo caer mi trasero en la silla. Puedo ver el árbol, donde m
i exilio. Me siento pésima hija, me limpio las lágrimas una y otra vez. No p
pregunta llega a mis oídos para t
n escalofrió por su contacto. Me giro y me sonríe. Sus ojos negros penetran mi
hace perder, no entiendo a que se refier
to y él sonríe, para llegar a mí
menos para coger –murmura y eno
go. Nunca había golpeado a nadie, y menos a Gab
a disculpar de