ños d
bel
mi barrio. Me acerco con una sonrisa, tomo la verdura y asiento. La
a gracias a Esteban, un muchacho amable q
puerta
or defenderme, esta era la casa de su madre, nos trajo aquí. Es doctor, sin embargo trabajaba com
mientras toma la bolsa, me río y asiento. Le d
s bien sola? –su pregunta l
sí –comento
murmura ant
unca he podido corresponderle. Por suerte, el entiende eso, somos
e del mundo, y hacerme perder a mí bebé. A veces toco mi vientre, me i
e arruinó la vida, y no debo s
teléfono suena. Lo sostengo como puedo,
–esa pregunta me
bla? –pregunt
amilia, necesitamos
y adoptada. Quien me adoptó con mucho amor, fue la familia de Gabriel. Sí, somos hermanastros, aunque no de sangre. C
que ocurrió con nadie. Gabriel al parecer estuvo buscándome, pero no me interesa que él me encuen
latiendo con fuerza ¡No!, no debo sent
el apuntándome sin piedad, mientras suplicaba por mí vida
taza de café en mí mano izquierda. Muerdo mis labios, con la vist
ega a mis oídos, me sobre
ta a mí lado, pasa su br
unta y mis ojos se
ado de mi familia –c