perada-. Madre, ella no se merece que la maltrates de
una buena reprimenda. Se la pasa haciendo
ra para que su querida madre se diera cuenta de que estaba sobr
a solo no tenía la paciencia de lidiar con otra adolescente, no después de tantos años; además, a su
o en ese momento se dirigían a conocer la razón de tanto escándalo, se detuvier
no se creía que Emma no supiera la razón de su re
stras vidas -dijo la mayor, repi
re no la quería, y aun cuando aseguraba que lo había aceptado, no
el deber de hacer feliz a sus hijos. Madre, h
hielo que Regina tenía por corazón. Pero eso no era algo que pudiera logr
, ella no debió nacer -soltó Regina, haci
, una, no debía gritarle a su madre, y dos, Fernanda
se adentró en la habitación con un aire de falsa, pero muy creíble, indiferencia. Fer
una con sorpresa y otra con desdén-. Estoy segura de que muchos pagarían una fo
s pesos -repitió la mujer
ncantaba regalarle. Esas muestras de afecto que
defenderse bien, aprendió a aguantar los golpes y
Fernanda para la mujer que no se inmutaba-, digo, porqu
y recibió, no tan sorpresivamente, la mirada asesina de su madre y un
nrisa a su no tan querida madre y se fue. Pero no sin antes dar un g
i te pela -dijo Fernanda saliendo tan pronto como pudo para no quedarse
anda cubrió con su mano el lugar donde antes había sido golpeada para sentir un poco de confor
chica de diecisiete años ya no atestiguó. La di
nada -reclamaba Emma-. Madre, he sido tan perfecta como
ó Regina, pero fue refutada por
gritó Emma complet
bastarda? -preguntó en
a llorando-..., si no ibas a amarla, me h
nda su hija le dolía demasiado, porque nunca pudo ser para
rla tu hija -reproc
tudié administración y finanzas, soy la gerente general de la empresa de mi padre, incluso me casé con Abr
r porque así lo decidiste. Si la hubieras mandado a un orfanato, como te di
mi hija, es la hija del único hombre al que he amado y que tú sacaste de mi vida -explicó Emma
se chófer, como toda una cualquiera, esto no estaría pasando; además, no debiste
no gritaban ni cuando se alteraban, peleaban con guante blanco; aunque, como seres humanos que
te gusta ver cómo la trato, no vengas más. Fernanda es mi hija y,
tar las órdenes de su madre pues, aun si eso era demasiado malo para todos en esa fa
venida, quería alejarse tanto como fuer
lorar cuando no la tenía enfrente. Porque Fernanda era fuerte, pero solo donde Regina estaba, allí donde d
imas no le permitían ver ni sus propios pies
s en el asfalto al intentar frenar, p