omunicador de su oficina una joven mujer y Emm
pondió y dejó de presionar el botón que la comunicaba con su secretaria; en
pues, aunque tenía bien claro que no todo era su culpa
uerra que era de ambos. Aunque tampoco lo culpaba demasiado, su madre era
nda, y por eso le
iscusión detrás de su puerta le devolvió a un presente
rlo -decía la secretaria a alguien que, al parecer
trasero se regresó a su silla al ver a la perso
e -declaró el hombre de traje gris y cabello ca
-se disculpó la secretaria, más nervi
secretaria lo que le sacó de
ue sentir justo en ese momento, así que optó por no sentir nada más que nervios, pues la situació
sintió y se fue, dejándolos a solas e
, o asegurarse de que realmente el que estaba parado frente a ellos era real y no sol
preguntó Fernando y la incredu
cho años, y después de abandonarlas a su s
jo -dijo Emma con sarcasmo l
za ambas palmas sobre la mesa que le separaba de una que había amad
ijo? -repitió Ferna
guro la empujaría a meter las cuatro y no necesitaba eso-, ¿que lo regalara?, ¿que lo tirara?, ¿
-preguntó el hombre irguié
ue no podría tenerlo. Mi madre no lo permitiría. Ella no permitirí
nando en un susurro-... Em
e tomaste el cheque que te dio mi madre, y desapareciste, perdiste todo derecho de saber lo que fuera, perdiste mi amor y mi
ma
ese hombre quisiera decir-. No seas cínico, por favor; y por favor t
ue pretendía devolverse detrás de ese escritorio que, hasta ciert
?, ¿c
estilando sarcasmo en la pregunta-. Fue fácil, en realidad. Usé el dinero que me dio t
punto de la risa que la incredulidad le pro
el hombre-, pero ahora soy alguien que tu ma
a chica-. Ella me hace pedazos cada q
icos antes de que saliera corriendo y, aunque no se había imaginado que a Emm
, te juro que iba a regresar, pero primero debía p
a pelear sin armas y con las manos atadas, ¿no? ¿En serio creís
ios?, ¿a sufrir? Yo no podía darte la vida a la que estabas acostumbrada. No
Ella hubiera preferido no tener estudios a ver pasar a Fernanda por todo lo que Regina
cordó Fernando y Emma
te maldito rencor, este sentimiento de abandono, este odio que me
a a vo
ada de lo que tengas para decir. Ahora, por favor
m -informó el hombre y la jo
no podría pasarme nada peor. ¿Por qué me
ndió el hombre y Emma se rio con fu
la risa le robó-. Te largaste dejándola en manos de mi madre y ella se encargó d
mi hijo? -ins
se tirara a sus brazos y le ayudara a hacer la familia que habían soñado años
o que era un poco bueno pues, aunque al parecer no re
-respond
que no
sé. Pregúnta
te nuestro hi
cuperar la calma que le costaba tanto mantener-... Fernando, de ahora en adelante tú y yo solo hablaremos de
migos? -preguntó Fernando,
mi suerte y me quedé sin todo lo que amaba por tu culpa -explicó Em