se con Brith Cartier, el heredero de una de las familias más poderosas de la ciudad de Rotor. Sin embarg
tes familias. Brihana se encontraba en la sala principal, rodeada de ancianas sabias, amigas leales y otros invitados distinguidos. Su v
disfrazada de cortesía y los intereses ocultos tras los gestos amables. Mientras el bullicio de la celebración inundaba
se desvanecía ante la realidad de una vida marcada por las expectativas ajenas y las demandas implacables de una familia que no a
z se perdía entre susurros y sus deseos eran ignorados en aras del prestigio familiar. Aquella fiesta fastuosa se convirtió en
que una fachada, una cruel ironía que le arrebataba todo aquello que alguna vez consideró amor. Su
e muy consentida, sus padres siempre la apoyaron en todo. Mientras Brihana podía tener lo que quisiera, Karla buscaba la ma
rmosa, con un aspecto angelical, piel bronceada y ojos claros que atraían a mu
. Brihana se mudó a la villa "Pétalos del Amanecer", la casa de sus s
a a la villa. Brihana se repetía a sí misma: "Hoy debe haber mucho que hacer, por eso no ha vue
ervaba todo con ojos de envidia, deseando tener lo que su hermana tenía. Su resentimie
ón de que su matrimonio sería como lo había soñado. Sin embargo, en lo m
, perfeccionando sus habilidades a lo largo de los años. Sin embargo, desde que se casó, no había vuelto a recibir un proyecto. Nadie en su entorno
no necesitaba escuchar nada de eso. Conocía perfectamente el tipo de familia en la que se había adentrado al casarse
nes y una mirada seductora. Sus músculos bien formados y su estatus como el hi
tezando, se dirigió hacia su dormitorio. Allí, abrió el armario y tomó el edredón más cálido antes de recostarse en la cama. A pesa
a sí misma en un intento por creer en sus propias palabras. Final
go, Brith no regresó a casa. Los empleados comenzaron a murmurar ent
no está de viaje de negocios. Tampoco ha pasado la
negocios que atender. Si no vuelve a casa, es p
¿Quién no se preocuparía si su esposo lleva dos
la compostura y continuó con sus labores,
que no salía de casa, pero su belleza era innegable y no pasaba desapercibida ni por un segundo. No hizo caso omiso a s
su belleza natural, y sus labios lucían un delicado tono rosa. Las sirvientas se sobresaltaron al verla así, aunque no era la primera vez que la v
l centro comercial. Observaba las distintas tiendas, buscando un lugar que fuera solo suyo. Aunque los Cartie
uso en contacto con el contratista y lo compró sin dudarlo. Una vez más, observó el lugar con una sonrisa en los labios. Ella no dependía de nadie, y n
de sus padres que por el suyo propio. Birth era el hombre más codiciado de la ciudad Rotor, y todas caían rendidas a sus pies. Sin e