s ya de m� –me atrevo a pr
esentes cuando sus labio
n sido u
y los podremos repetir s
o ver
e llega a mi asiento del otro lado, y quito mis manos d
de mà sentándose en su silla con l
estudiantes entrando por la puerta hacen que bufa y me recoloque en el asiento viendo
bajad las pe
a escasa luz que hay, y que es
a de la sirena que nos avisa del com
o mientras salen de clase. En el pasillo logro ver a ElĂas con la misma rubia de a
ana, nena, él es mi mejor y único amigo Azael –nos presenta, y aprovecha que l
o una ceja y me
to más. ¿Tú qué ta
bezas y la diviso hablando con el friki mientr
rgas y con dos ordenadores cada una, uno por pareja, busco por la sala y me muevo al último de todos yo solo, hasta que pocos segundos después una chica bajita con el pelo negro y unos ojos verdes se sienta a mi lado con timidez, dejando la moch
pizarra el nombre de la página y da unos toques en la pizarra con sus nudillos
el botĂłn de la pantalla, y por fin me mi
unos segundos y se las p
no muerd
e relaja en
sulta servir para hacer figuras y que se impriman con una impresora 3D. El profesor nos pide que hagamos la figura que no
o más fácil, solo hay que usar
ta el centro cuadriculado de la pantalla, le doy forma rectangular y arrastro una pirámide
is
que unirlo y poner
e paso el ratĂłn par
ómo coño
ar con Matt y otro chico del ordenador de al lado, el novio del friki. La misma chica de
te atraĂdo por Isis
mi amigo, y suelto un gran suspiro lanzándome en la cama boca
viendo dĂłnde vas a vivir, no quiero salir de aquĂ y encon
su direcciĂłn, y
madre embarazada y matar a mi hermano. ElĂas, en cambio, llama a su madre y a su hermana de veinte años todas las semanas, y ellas gustosas le aceptan la llamada, charlan, rĂen, tienen una puta conversaciĂłn de familia, pero yo no. Él dejĂł en coma al exn
conseguiré dinero o ya veré que
ra ir a ver a Carlota
a vez que lleguĂ© con Ă©l y me tirĂł cuberterĂa por
. No es que le parezca bien, pero joder
stá bien
o a la ventana con barrotes, vie
re, prueba a ve
eza sabiendo que
o estos Ăşltim
cama y golpea con
peando con consistencnquisitivo, y se dedica a pregunta
egundos tiene el teléfono en la
er que me extie
hacer, olvĂ
la calle ¿No? –enarca una ce
co el nĂşmero que tantas veces
prende nada que marque el tono de
celador y lo empujo f
ora? ¿Viviré en la calle dentro de dos semanas que
dije
las mesas del fondo con mi amigo detrás. Estoy enfadado conmigo mismo, con mi familia, y con el puto reformatorio. Conmigo mismo por ser tan gilipollas de dar asco, o miedo, o lo que sea a mi familia. Con mi familia por no comprenderme,
ilia es un asco, con un padre maltratador, una madre embarazada maltratada y una abuela acojonada por su propio hijo, y yo, también maltratado
er mi primer beso despuĂ©s de años desentrenado, o simplemente por ser la primera que no me cree escoria humana, pero joder, quiero tener su cuerpo desnudo debajo del mĂo. No soy un mujerĂo, eso es imposible teniendo en cuenta dĂłnde me encuentro, y no es que me haya follado a mu
gas, y muchas más cosas ilegales, pero llegĂł el dĂa dĂłnde me encerraron aquĂ y Ă©l seguĂa libre, solo Ă©l venĂa a verme una vez cada tres dĂas, aprovechando que vivĂa a sĂłlo veinte minutos de aquĂ,
la tetona –dice mi ami
deja con comida de mi vista
o bocado a su hamburguesa antes de seguirme
de nuestra vista, nos piramos, son so
que nos levantamos tarde para que cuando ll
en las gradas, viendo a uno
to. Se está desesperando, y nosotros nos descojonamos en bajo para que nos escuche. Llega
vamos!
r el lado del oficial sin siquiera mirarle, sol
–gruñe mi amigo, y cierra la puerta pr
do una carcajada antes de que el agente se meta en el coche y arranque sin mediar palabra. Nos d
de irs
a entrada del instituto y observo a Isis y a Matt
pisándome los talones. Nos movemos demasiado rápido y
ras? –pregunta Isis cruzada d
ntaros lo mismo
su mano y apartarla de los otros dos. Me paso la mano por el pelo estresado y
asa? –cu
a de qué estamos aqu
Por
en muy importante, y no puede
ve a cruzar de brazos, como si esta situaci
osa mi
pero me pre
creo. ÂżAsique no
de morderse el labio y negar con la cabeza. Se r
diré
tenido y me destenso, haciéndole una
poniéndose detrás de mà y
no creo que sea un castigo cuando me pidas más –replico, y clavo mis botas negras en la hierba, haciéndola chocar con
a, y sin quitar mis dedos de su barbilla me acerco a ella hasta darla un beso. No dura mu
deberĂais iros –
eso en sus hinchados y rojo
ta haciéndolo andar antes de que la segunda clase empiece y l
–farfulla –, de mom
nas carreteras sin mirar y rezando porque doblemos el tiempo y en cinco minutos ll
e la carretera estrecha, es una zona bastante molona, con coches chulos y gente con dinero. Recuerdo cuál es su casa a la perfección, está en medio de una con el tejado verde y otra que tien
rado delante de la puerta de madera, mientras
olpear con consistencia la puerta. Pasan segundos dĂłnde lo Ăşnico que hace es frotarse
s cerrados con fuerza. Se separan y por fin ella me mira, sigue estando igual, los mismos ojos verdes y el pelo marrĂłn, ese color de pelo que tenĂa que tener mi
os –me susurra, y me empapa
berme visto en el reformatorio›› Me contengo
pregunta su madre des
Ăa, la madre de ElĂas y Carlota, nos da la espalda mientras ve un programa de cotilleos donde solo discute por los nuevos rumores so
ose del sofá y ahogándolo en un
capado unas h
iĂłn y aun con una mueca
as señora
urra –, ¿Qué es eso de
nutos de aquĂ para reformarnos mejor, y hemos aprovechado que
de su hermana, pero no quita la son
o y dejamos las mochilas en el suelo con pesad
sonrĂe a su familia –. Me preguntaba si podrĂais coger a Azael en casa en lo
su pierna. El cabrĂłn
falta –
igo –. En su casa no le cogen el teléf
jo examinándome, para después poner u
bien
aci
un ojo, gesticulando con los labios un
al os va?
cĂłmo cuenta su relato con la rubia, Roxana, y de lo buena que es
tĂş, A
a una taza de café entre sus manos y
, tod
rĂe ElĂas, y las miradas curiosas
l reformatorio, pero Carlota sĂ, y sabe la racha que
–, solo nos hemos bes
? –sube y baja las c
á buena y bes
cajada y coge aire cua
rĂa –, en algĂşn momento no serĂ©is jĂłve
u hijo burlĂłn, pero se calla ante la mirada de advert
tes, tenemos sentimientos a pesar de que no todas lo demuestran, y cuan
emanas estarĂ© aquĂ, porque debe ser que en estas seis horas MarĂa me ha tomado más aprecio e incluso me ha insistido que no serĂ© una molestia, asique una vez ya fuera de la casa y con nuestras mochilas preparadas nos echamos una carrera hasta el instit
–me l
te. Matt, el amigo de Isis, se mueve hacia nosotros con prisa, y se apo
asa
o porque no podĂas salir fuera, asique vale, pero tĂş –señala a mi amigo –, tu
chicas que hablan de cotilleos, y yo me quedo mirando hacia el p
as, y me sorprendo al estar preocupado por dĂłnde estar
–señala un árbol –
del oficial seguro que me pilla. Isis está, efectivamente, recostada contra un árbol y con los cascos puestos,
y se sienta de
ste momento d
eer en su expresiĂłn la pre
ivo y sonrĂo –tĂş saltando enci
dada en tus pensamientos e
e gustará saber que dentro de
anca un puñado de hierba sin
Vec
ElĂas vive en tu misma calle, y
viento hace que unos mechones de pelo la
O
ente, pero yo no quiero eso, no ahora, y al parecer ella tampoco, junto su cadera más a mĂ y la doy un apretĂłn sintiĂ©ndola sonreĂr contra mis labios. Aumento el ritmo, y me lleva la corriente al momento, despeinándome y tirándome del pelo. Ataco sus labios como un puto