ral mientras Carlos cruzaba la montaña a
la vía intransitable, pero el hombre manejaba con pericia. Dem
itar? -preguntó Tania sin dejar de ev
e lo único qu
que se había independizado, siempre
ón. Así evitaba que la sorprendieran de nuevo y la dejaran abandonada e
cirme a dónde vamos, qué encontraremos allí y cómo demonios saldremos -decret
dibujó una media sonrisa. Tania abr
untó él con
te molestes. Es que siempre estás enojado o nervioso, no te había visto sonreír y parece que t
ero sí los ojos, para observarla por e
entos del hombre-. Te burlabas de mí, justo en el momento en que mi vida pen
ir... por lo menos,
a lo imitó e intentó ver en las inmensas n
. Y de seguro, será una lluvia torrencial que desprenderá la m
rvó perplejo y re
ligro, si en el sitio al que vamos
r lo que puede suceder en una montaña como esta cuando llu
guarda silencio, me pones nervioso -
l pecho dirigiendo su rostro enfadado hacia la vegetación, b
escuchar una detonación y ver como algo se estrellaba en
tuvo con rudeza el vehículo y la sacó
antó y la sostuvo con un solo brazo para remolcarla. Buscaba ocultarse d
a toda velocidad. Ella, en cambio, volaba cual cometa, llevándo
disparos se redujeron y las deto
ania sintiera cierto alivio, pero como e
o. Un disparo le había perforado el muslo iz
oportar el dolor en medio de quejidos. Se in
amos cerca. No perm
ué.
a seguir, pero ella ni siquiera sabí
o en varias partes que colocó en las manos temblorosas de la j
ca, viendo con terror la heri
apenas sane
do notar que los ojos negros del hombre
io: «el efecto del medicamento parece perturbar la capa s
iencia diferente y podrán regenerarse a voluntad
No podía creer que fuera
Ve
disparos la hicieron reaccionar. Continuó la carrer