stró cotidiano h
ansada del trabajo, cansada de tener
oñar. Ese lapso de alucinación que te deja imagi
ombre hasta que se fue. Me supo t
e veía pasar todos los días, que tenía inteligencia, que estaba
cha que no era como el resto. Se notaba astuto. Y yo no me sentía capaz de hablarle así fuera para desearle un buen día. Y podía,
e descubrió, ¿qué pensó?, no lo sé. Pero lo supo, me vio y no
i descartada de inmediato. Pero ese microse
erme feliz, que pudiera acompañarme y me pe
iera charlas largas que recordar cuando la ve
añorar un amor lleno de realidades, compañía y so