. Esos delincuentes marcaron su existencia y le arrancaron lo poco que é
ora una carta que hable de ese crimen
rcadia llega a descubrir que nosotros fuimos sus asesinos, no de
rás con los cabecillas de aquella organización, les faci
una y con todo su territorio. Asesinaron a otros miembros de la familia como desagravio sin considerar a los i
en que los Arcadia fueron a asesinarnos al colegio no sospechaban que estaríamos prepa
n repasó en su mente cada uno de los hechos hasta llegar al momento en
ro -expresó
e tuvieron en aquella ocasión no les permitió reconocer el peligro. Aunque, de
él, el padre de Iván fue víctima de esas directrices. El hombre le había fallado a Arcadia en
ce y trece años, siendo Iván el menor, fueron testigos del hecho, junto a su vecino y amigo Felipe. Por eso Vicente los persiguió por
se salvaron
llón con abatimiento, recordando la cara sorprendida y asusta
os pobres de la ciudad. Si por accidente eras testigo de un crimen
lo, pero sus errores seguían persiguiéndolo para cobrarle su
ga? -preguntó con re
molestia. No querían caer de nuevo en el mundo de la criminalidad, pero si de
ncuentro y actuó. Pero, al parecer, Lobato sigue buscando la carta. Si hubiera aprovechado ese encuentro para eliminar a Antonio, ya no la necesitaría para destruirlo, pero si continúa
r a ese sitio para sabe
rar ciertos negocios y hacer declaraciones para calmar a los oficiales. Si eso no se hace, Raimundo piensa que de un momento a otro se
llevando consigo su vaso, dispuesto a llena
iña, rectifiqué. La última vez que me comuniqué por teléfono con él estaba tan alegre que le costaba hablar con claridad y para esto es necesario
no de cada uno -lo interrumpió Iván poni
a que Iván no tendría ningún prob
en dar un paso adelante para iniciar una pelea, lo úni
ocación para hacerle hervir la sang
era más efectivo que maniobrando un fusil Carabina M4 co
nico defecto era que nunca tenía un motivo de peso para lu
la separación. Esa falta de estabilidad lo hacía tamb
d. Jamás temía a sus enemigos y siempre andaba con una amplia sonrisa
n el mundo en el que estaban inmersos,
a que Antonio había colocado, cualquiera pudo haberlo secuestrado, o tal vez, ase
actuaciones de Iván. Era imprescindible
jetivo -enfatizó Alfredo acercándose a su amigo-,
que no lo creas, también tengo aspiraciones -aseguró con el rostro endurecido. Una
iquiera entendía muy bien esa palabra,
a maldita carta, y en el camino le patearé tan fuerte el culo a Lobato que no volverá a caminar por el resto de sus días -culminó dejando de un
safío que mostraba su amigo, per
discu
tedes tienen de mí. Ocúpate de los negocios de Antonio y deja a Felipe en paz con su muje
ntonio para entregarle la dirección de la f
no como un trabajo más,
a hacerse cargo de algo y cuidar de alguien, y no había nada mejor que e