,85 metros y su complexión atlética hacían que su presencia fuera imponente. Cada paso que
ojos de Gio, de un intenso color verde esmeralda, eran lo más hipnótico de su apariencia. Profundos y penetrantes, tenían la capacidad de transmitir tanto friald
aían sobre su frente, dándole un aire despreocupado. Su piel, ligeramente bronceada, mostraba cicatrices apenas visibles que contab
olores sobrios como el negro, el gris y el azul marino eran sus favoritos, y siempre los acompañaba con una corbata fina y zapa
ra que elegía decir era cuidadosamente pensada, y eso lo hacía parecer aún más profundo e introspectivo. La forma en
e de invulnerabilidad y dominio total sobre sí mismo y su entorno. Los detalles de su pasado eran un enigma para muchos, lo que añadía a su fascin
nsmitía precisión calculada y un autocontrol absoluto. Pero, a pesar de su apariencia dura, había momentos fugaces en los que una tristeza profunda y
e la ciudad; era un enigma viviente, alguien que atraía y ma
mente la suya. Su rostro, su nerviosismo, y la chispa de curiosidad que ella despertó en él eran una
te decidió actuar. En su oficina, lejos del bullicio de
este celular, - dijo Gio, entregándole el teléfono que había guarda
stos recursos a su disposición, Carlo se puso a trabajar. Gio dirigía la mafia italiana en Nueva York, y tenían ac
rlo, dejando la carpeta sobre el escritor
odo estaba allí. La vida de Isabella estaba ahora abierta ante él. A medida que pasaba las páginas, una mezcla de admiraci
rante en su teléfono interrumpi
tó Gio, sin apartar l
tensas de nuevo. Necesitamos movernos rápido an
italiana y la local había estado en un punto de ebullición durante
informado, - respond
a seguía persistiendo. Sabía que acercarse a ella en medio de todo e
. Pero la decisión ya estaba tomada. Tendría que encontrar una manera de conoce
ue vayas al edificio donde está Don Salvatore. Dile que las
Mientras Carlo se alejaba, Gio no podía dejar de mirar la in
en el corazón de la ciudad. Subió al piso donde se encontraba Don Salvatore Rossi, el patriarca de la
detrás de un escritorio de caoba, revisando documentos. El vie
- preguntó Don Sal
las cosas se están poniendo gruesas con la mafia lo
stó en su silla, una sonrisa ca
as, traiciones y todo tipo de peligros. Dile a Gio que no me moleste co
ordatorio de la fortaleza y la experiencia del viejo capo, pero también de la carga que Gio estaba
na de Gio y le tra
mos con esas cosas y que te ocupes de
a manejado situaciones peores, pero él sabía que la situación
, cerrando la carpeta. - Ne
Gio sabía que los próximos días serían cruciales. Tendría que navegar entre el peligro inminente y su