aura Martins,
ala de RR.HH. La alegría, ansiedad y esperanza recorren todo mi cue
alquilar una casa y salir de las peligrosas calles de esta ciudad; demostraré a mis padres, que me echaron de casa solo con la ropa que llevo puesta -una camisa de manga corta, pantalone
e trabajo es mi pasaport
¡
cabeza contra la pared bland
mente me levanto y con las manos abi
sorprendo al dejar mi mente en blanco al ver la par
e andas! -Reclamo, r
e que la ira fulmine dentro de mí, levanto la vista hacia él, y por un instante, casi olvido que este imbécil
pasa desapercibido: cejas gruesas y oscuras enmarcan la mirada seria y hostil, la barba por hacer añade un toque juvenil, y la b
ni siquiera ayudarla a levantarse, es un perfecto ogro -alego con petulancia, mirándolo de arriba abajo con el labio superior
iña harapienta -él continúa ofendién
a un ogro feo -
unos treinta años, pero eso no importa. En
regunta, con cara de pocos amigos, intentando
que salió directo del pan
os da paso a llamas azules de odio, como si surgieran directamente del infierno. Siento
e miedosa. Retrocedo unos pasos, y, para mi salvación,
as. Lleva puesto un elegante
s hombros. Tacones medios
suavemente. La expresión en el rostro del ogro vuelve a ser neutra, dejándome aliviada. Él asiente con
lta y levanto la pierna para dar el primer paso, pero
bre, querida? -p
go, quedando frent
amablemente, finalizamos la presentación con un apretó
spondo alegre, siempre es
ocías a
conocía a su hijo -respondo. -Él chocó
por alguna razón, encuentro su so
ontrarla sospechosa, parece ser amable. -Gracias p
emos más veces -declara y sonríe,
uera de esa empresa, el viento g
ra, pero espero nunca más volver
nca de la lámpara sobre mí es intensa, forzándome a parpadear varias veces hasta que mi visión se ajusta. Estoy acostada en un lugar extraño, pe
oigo una v
econozco la voz del ogr
elo. Está visiblemente conmocionado, con la expresión arrogante ahora reempla
r favor