amar a la policía. La invité a sentarse en un banco apartado del resto. Pasó un rato largo sin querer hablar
me que y
para buscarle una
n a la vez que me pasaba dos botellas de cer
dije, y le devolví una de las cervezas– ¡Dame un jugo de naran
de naranja y me lo pasó. Me dirig
en los problemas
, trataba de esquivar los problemas que no me concernían. Apenas si
ombro a ese hijo de puta, pero sólo quitó mi mano y continuó agrediéndola. El rostro de ella se había puesto colorado, y él le dio una cachetada que la hizo llorar. Volví a gritarle y me miró justo cuando yo le daba con la botella en la cabeza. La soltó y cayó al suelo; pero se levantó enseguida. Me miró con un gesto de sorpresa y se llevó la mano hacia la espalda como si fuese a sacar un arma o una navaja. Una tensión
oltear, vi que el barman me miraba furioso y me apunt
sé! ¡Y más les vale qu
del arma que nos apuntaba. Ella corrió hacia un Dodge que estaba estacionado en la
en que estaba: conduciendo un auto robado a un desconocido al que golpeamos hast
de lo que estaba en tan sólo unos minutos. Por momentos, me pe
a causarte
do de la ruta. Giré el rostro para mirarla. Tenía las manos bajo la cabeza, la mirada tranquila y el asomo de una son
me miró–. Las cosas salen
inda que pudiera imaginar. Por un momento que pareció durar horas, no recordé el informe, ni el trab
mo Jazmí
nos habíamos
o Héctor
toda la noche. Pero allí, sin más que hacer que descansar y sentir la brisa, podía t
ue solía ser mi canción favorita, como si estuviese lejos de mí. Las puertas del auto estaban cerradas y la batería del teléfono casi agotada. Bajé del auto. Cuando lo encontré habían cortado, pero sabía que volverí
no está en su o
mi jefa. Al oírla gritar
o urgente que atender... Un asunto fami
compañera de viaje me dirigió una mirada que me hizo sentir vergüenza de mí mismo.
poder ir"?! ¡Lo quier
–me aconsejó Jazmín a los gritos– ¡
ré al
; pero... No voy a llegar. Surgió un imprevisto y
e me dejó el informe que le pedí aye
gritó la pequeña mientras s
rnamente que hiciera silencio, mientras se acerc
a de ese lado?! ¡¿Con quién est
me arrebató el móvil antes
o, la re conch
iera quitado el teléfono,
one que es usted p
con tus gritos, hija de re mil puta! ¡Ahora cortá porq
lase más y me devolviera el a
el señor Sánch
concha por la cara para que
ojó al asiento trasero del Dodge. Seguro me despedirían. Con ambas manos en la cabeza, me senté en e
Yo te defie
oco. Después de unos momentos, mis pensami
avía, no? Por lo del tip
o menos por
que nos
o la policía
ncia lo denunciamos nosotros p
ncia?! ¡¿Vos sós b
Por
eza! ¡Ese tipo no le jo
ése momento: lo
aces sin intención, a menos que seas ya un asesino o alguna especie de sociópata, lo ú
ampoco era necesario sentir cu