img Tras Una Noche De Lluvia  /  Capítulo 3 3 | 9.68%
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Historia

Capítulo 3 3

Palabras:1676    |    Actualizado en: 27/02/2021

dejado algo guardado. Allí dentro encontramos una rueda de auxilio y una caja de metal cerrada con candado, similar a las cajas de seguridad de algunos bancos. Era pesada y debimos levantarla junt

dades de conseguir el ascenso por el que tanto había trabajado, casi me matan, fui cómplice de asesinat

Ella me rodeó con los brazos, me abracé a sus piernas y me dio repetidos besos

mpo. Continuamos nuestro viaje más relajados, con la tranquilidad que tienen quienes no le deben n

Pedimos un par de sánguches de lomito, papas fritas con bastante ketchup y un

acia donde quisiéramos. Ella sonreía cada vez que reconocía el nombre de un lugar famoso al que nunca había ido. Era marav

usted! ¡Acá no se sirve alcohol a

de Jazmín desapa

que soy menor, la

¡A mí me pare

ciocho y tomo cerveza desde los quince! ¡Así que si no me dejás chupar en paz porque

a. Los murmullos se silenciaron cuando Jazmín miró a la gente que estaba en el lug

or de edad. La mesera podría haber dudado y exigirle su documento de identidad, pero no lo hizo ni yo

s a Jazmín, pude perder la timidez y aprovechar cada una de las chances que se me pr

a noche de lluvia

irnos del parador sin terminar de comer. No tuvimos

r que nos atendió, una amable anciana de cabello enrulado lleno de canas, nos registró como "Señor Pérez e hija", y rec

n la intersección de pasillos que separan las cabañas, un gran árbol adornado con un anillo de flores cerca de su base. Por uno esos pasillos, orienta

baño y una habitación con una cama de dos plazas y un catre. La ventana

pesos, había cuatro bolsas de cocaína, dos armas automáticas cargadas y cartuchos de repuesto. A Jazmín le temblaron las manos, se le tensionó el rostro y debió reprimir

gustado nada que la encargada del lugar creyera que era mi hija. De hecho, cuando pasábamos cerca de la oficina de recepción, Jazmín me abrazaba y me besaba apasionadamente en un inte

os junto a la barra, el piso era de parqué, el techo tenía una araña de cristal y, a diferencia de la mesera del parador, aquí nadie se preocupó por la ap

d tenés die

que tenga d

o te echen de estos

ita y te dejan en paz. Si no hay

ces no

algo de lo que no quiero habl

no me con

r... Estás con una me

y deberíamos

l medio litro que quedaba directamente del pico de una

menor puede tomar

é unos

ía qu

ías equ

cho? La verdad es que no estoy s

pensand

uél barman? –pregunté más

pelo y bajó la mirada, como

muy enganchado conmi

? ¿Cómo qu

i éste aceptaba, me dejaba ir y no tenía que laburar más. Pero me t

te g

on la

un hijo de puta. Se mete

roga

as, pero él...! Y me daba pa

lviste adicta? ¿Cuan

on la

fue

cóm

os suficiente de mi

a tranquila comparada con la suy

e te dejá

jo forrear

¿Q

espeto una y otra vez. Y, como suele suceder cuando uno se reprime por mucho tiempo, algunas veces había explotado: una suspensión en la escuela, un vecino lastimado, una computadora arrojada

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