dejado algo guardado. Allí dentro encontramos una rueda de auxilio y una caja de metal cerrada con candado, similar a las cajas de seguridad de algunos bancos. Era pesada y debimos levantarla junt
dades de conseguir el ascenso por el que tanto había trabajado, casi me matan, fui cómplice de asesinat
Ella me rodeó con los brazos, me abracé a sus piernas y me dio repetidos besos
mpo. Continuamos nuestro viaje más relajados, con la tranquilidad que tienen quienes no le deben n
Pedimos un par de sánguches de lomito, papas fritas con bastante ketchup y un
acia donde quisiéramos. Ella sonreía cada vez que reconocía el nombre de un lugar famoso al que nunca había ido. Era marav
usted! ¡Acá no se sirve alcohol a
de Jazmín desapa
que soy menor, la
¡A mí me pare
ciocho y tomo cerveza desde los quince! ¡Así que si no me dejás chupar en paz porque
a. Los murmullos se silenciaron cuando Jazmín miró a la gente que estaba en el lug
or de edad. La mesera podría haber dudado y exigirle su documento de identidad, pero no lo hizo ni yo
s a Jazmín, pude perder la timidez y aprovechar cada una de las chances que se me pr
a noche de lluvia
irnos del parador sin terminar de comer. No tuvimos
r que nos atendió, una amable anciana de cabello enrulado lleno de canas, nos registró como "Señor Pérez e hija", y rec
n la intersección de pasillos que separan las cabañas, un gran árbol adornado con un anillo de flores cerca de su base. Por uno esos pasillos, orienta
baño y una habitación con una cama de dos plazas y un catre. La ventana
pesos, había cuatro bolsas de cocaína, dos armas automáticas cargadas y cartuchos de repuesto. A Jazmín le temblaron las manos, se le tensionó el rostro y debió reprimir
gustado nada que la encargada del lugar creyera que era mi hija. De hecho, cuando pasábamos cerca de la oficina de recepción, Jazmín me abrazaba y me besaba apasionadamente en un inte
os junto a la barra, el piso era de parqué, el techo tenía una araña de cristal y, a diferencia de la mesera del parador, aquí nadie se preocupó por la ap
d tenés die
que tenga d
o te echen de estos
ita y te dejan en paz. Si no hay
ces no
algo de lo que no quiero habl
no me con
r... Estás con una me
y deberíamos
l medio litro que quedaba directamente del pico de una
menor puede tomar
é unos
ía qu
ías equ
cho? La verdad es que no estoy s
pensand
uél barman? –pregunté más
pelo y bajó la mirada, como
muy enganchado conmi
? ¿Cómo qu
i éste aceptaba, me dejaba ir y no tenía que laburar más. Pero me t
te g
on la
un hijo de puta. Se mete
roga
as, pero él...! Y me daba pa
lviste adicta? ¿Cuan
on la
fue
cóm
os suficiente de mi
a tranquila comparada con la suy
e te dejá
jo forrear
¿Q
espeto una y otra vez. Y, como suele suceder cuando uno se reprime por mucho tiempo, algunas veces había explotado: una suspensión en la escuela, un vecino lastimado, una computadora arrojada