ulpa mía. Le prepararé otra taza ahora m
taba a punto de pedirle a la limpiadora que fuera a limpiar l
á bi
fíciles a propósito, y que seguiría haciéndolo si se resistía. Si p
rial a la limpiadora, pues tardaría una eternidad si tratara de quitarle la mancha a la alfombra con un poco de agua
e quedó obs
o, y bajo la luz, se veía
nces, intentó apartar la vista, pero no podía. La atracción se
on el documento que tenía en
sonrojado y lo miró sin
un hormigueo en su cuerpo que lo inquietó aún más
sus utensilios de limpieza. Luego dio un paso at
e Ezra. Él la odiaba, no era de extrañar que se
ntra la pared, la mujer tra
salir del trabajo. Después de ordenar su escritorio, tomó su bolso y se dirigió a la puerta. T
arró por la muñeca y le gri
sculpa y respondió: "Lo siento.
acha, por lo que
rte, sí lo hizo. "
rostro dolorosamente familiar. Acto seguido, comenzó a temblar, pero respiró
d era casualidad habe
acabara de ver un fantasma y preguntó con incredulidad: "¿Sigues viva? ¿No fallecis
te sorprende tanto verme? ¿Tienes miedo? ¿Temes que les h
su hijo. El dolor aún permanecía latente. Selina no po
ndo los ojos, agarró a la otra del brazo y la llevó a un rincón. "¿
nta de que no tenía tiempo para e
charse, Viola la detuvo. "¡Te hice una pr
Lu? Olvídate de eso. Ezra solo me ama a mí. Él sigue odiándote profun
Selina en el SASA Group, ya que hacía un mes, a pesar de las objec
desperdiciaría esos
o. Después la apartó con la intención de irse, pero tan pronto como come
quilibrio y acabó tor
ntarse. La otra se acercó lentamente a ella con una sonrisa de suficiencia en su
olor que le había causado en el pasado. Con ese pensamiento pasando por su cabeza, levantó la
ó con fuerza la muñeca de Seli
bía impedido que abofeteara a Viola
Ez
para golpear a mi esposa
más mínimo, y respondió con
iso para casarme con alguien? No eres nadie para mí, Selina
la sufrir
mbarg
ostro. Ella le acabó diciendo con una sonrisa: "Tiene toda la razón, señor Lu. No tengo ning
lina intentó retirar su mano, pero fracasó en el inte
¿qué hace Selina aquí? ¿No... no murió en el incendio
n la mano y le contestó: "T
gustada. "Ya he cumplido mi horario de trabajo por hoy, señor Lu. No tie
la mano y la apartó con fuerza. Ella se tambale
empo y logró mantenerse de pie. Con cada s
ordenó con frialdad:
imientos. Es muy racional. No esperaba que complaciera a su esposa en su deseo aparentemente incontrolable de arremeter cont
, yo... yo no lo hice. Se dobló el tobillo sola. Yo no la empujé por las
anifestó: "Viola es mi esposa. La amo y siempr
o puede forzarme a hacerlo, ya que estoy fuera de mi horario de trabajo. Ahora
ó él cuando empezó a
directamente a los ojos. "Deme una sola
vo y tú, la secretaria!". Después de decir eso,
de evitar que la rabia que sen
a irse de allí a men