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Debido a que su mejor amiga sufrió un accidente, ella se casó con él en su lugar. Sin embargo, él pensó que todo era una broma maliciosa. Como resultado, el matrimonio no le dio más que sufrimiento y dolor. Incluso se sintió asqueado cuando la tocó. Su odio hacia ella estalló cuando se enteró de la noticia de que estaba embarazada. El día que dio a luz a la bebé, ella fue abandonada. Tiempo después resucitó como un fénix de las cenizas, regresó con su hija después de cinco años. Lo último que ella esperaba era que su nuevo jefe fuera él, el hombre al que había amado durante diez años.
Era una noche tranquila.
En la sala de estar de la casa de la familia Lu, Selina An estaba sentada en el sofá mirando de vez en cuando por la ventana mientras sostenía con fuerza en la mano el informe de una prueba de embarazo. Ella lo leyó una y otra vez para asegurarse del resultado. Estaba embarazada
de Ezra Lu.
Se sentía feliz y asustada al mismo tiempo. Por un lado, estaba muy emocionada por el bebé, pero por otro lado, estaba preocupada pensando cuál sería la reacción de Ezra. Él no se esperaba esa sorpresa.
Dejándose llevar por sus conjeturas, escuchó de repente el sonido de un auto deteniéndose afuera. Entonces, dio un salto del sofá y caminó entusiasmada hacia la puerta principal para darle la bienvenida a su esposo. En cuanto este entró, ella le dijo con una sonrisa: "Estoy embarazada, Ezra".
Tan pronto como pronunció esas palabras, el hombre entrecerró los ojos y se fue acercando lentamente a ella.
'¿Qué está haciendo?', se preguntó la mujer para sus adentros.
Antes de que pudiera pensar en una respuesta, la mano de su esposo ya estaba en su cuello. Él la empujó contra la pared y le lanzó una mirada enfurecida.
Selina estaba temblando mientras luchaba por quitárselo de encima. "Ezra...", jadeó ella. "Estoy embarazada de tu hijo".
Su esposo no la había tocado en tres años, excepto aquella noche hacía unas semanas cuando estaba borracho. Ella sabía perfectamente que él no la quería, pero defendía a capa y espada su matrimonio creyendo que algún día las cosas entre ellos cambiarían.
Por eso, cuando la mujer se enteró de que estaba embarazada, pensó de inmediato que era una respuesta a sus oraciones. Ese bebé podría ayudar a mejorar su relación.
Sin embargo, ver la furia en el rostro de su esposo después de darle la noticia le rompió el corazón. Tanto fue así que incluso se preguntó si había luchado por una causa perdida.
Entonces, lo miró con impotencia. ¿Por qué la lastimaba? ¿No estaba contento de saber que estaba embarazada de su hijo?
Ezra Lu rechinó los dientes mientras observaba los confusos y aterrorizados ojos de su esposa. La noticia lo enojó bastante, pero ella no entendía el porqué de su reacción. "¿Para eso forzaste nuestro matrimonio, Selina? ¿Para ponerme los cuernos y hacerme parecer un estúpido? ¿De quién es ese bastardo que llevas dentro? ¡Dime!". Finalmente, la soltó y la vio caer de rodillas al suelo. Acto seguido, su esposa comenzó a toser; le faltaba el aire.
Selina respiró profundamente, llenándose los pulmones de aire. De rodillas y con lágrimas en los ojos, miró a su esposo y dijo: "Esa noche, yo... Nosotros no volvimos a casa. Estabas borracho y fui a recogerte. Reservamos una habitación y dormimos juntos. ¿No te acuerdas?".
¿Por qué la estaba acusando de haberla engañado? Ella no había hecho nada más que amarlo todos estos años. Lo hacía incluso teniendo conocimiento de que ese amor no era correspondido.
Su mente navegaba por un mar de emociones que no lograba distinguir y empezó a sentirse un poco mareada.
Su esposo, por otro lado, le tiró una foto y dijo: "Mírala detenidamente".
Ella la tomó y se puso a mirarla. La imagen era un poco borrosa y, por el ángulo, parecía haber sido tomada por una cámara de vigilancia.
Ella era la mujer desnuda, sentada a horcajadas y abrazando a un hombre también desnudo que definitivamente no era su esposo. Aunque se podía ver un tercio del rostro del hombre, a ella no le sonaba de nada. Era un completo desconocido.
Selina dejó caer la foto como si se tratara de una papa caliente y se levantó. Con lágrimas corriendo por su rostro, le dijo al hombre: "¡No! ¡Esto es mentira! Yo... ¡Yo estaba contigo cuando la tomaron!".
Ella corrió hacia él, se aferró a su camisa y murmuró: "El de aquella noche eras tú, ¿no? No pude haberme... Si ni siquiera conozco a ese hombre. Dime que no es real, Ezra, por favor".
Él la miró y frunció el ceño. Después cerró los ojos y le apartó las manos de la camisa. "Quiero el divorcio, Selina", susurró.
Luego se dio la vuelta y sacó una pila de documentos de su maletín. Parecía que había redactado el acuerdo en el mismo momento en que vio la foto. Entonces, se los entregó y expuso rotundamente: "Fírmalos. Quiero que esto termine".
La mujer tomó los papeles de la mano de su esposo. Cuando se le pasó por la cabeza una posible explicación a la decisión que había tomado él, una sonrisa amarga apareció en su rostro. Ezra, mientras tanto, le dio un bolígrafo.
"No puedes olvidar a Viola, ¿verdad? Después de todo lo que he hecho para demostrarte mi amor por ti, ella sigue siendo la única a la que amas".
El hombre entrecerró los ojos. "No metas a Viola en esto, Selina. Arruinaste este matrimonio por culpa de tu infidelidad. Yo no lo hice". Cuando Selina mencionó a Viola Bai, Ezra contuvo el impulso de estrangularla nuevamente. No obstante, le soltó: "Intentaste matarla hace tres años. No la nombres para hacerme sentir culpable por algo que hiciste tú".
"¿Qué?". Su esposa le lanzó una mirada confusa que lo enfadó aún más
y sacudió la cabeza mientras las lágrimas corrían por sus mejillas. "No, no lo hice. Yo no formé parte de eso. Es más, ella me rogó que me casara contigo. Yo... Esa es una de las razones por las que me casé contigo, Ezra. Viola me pidió que cuidara de ti".
Ella le había dicho eso mismo en incontables ocasiones, pero él nunca se lo creyó.
La información que tenía era suficiente para probar que ella era culpable. Ninguna mentira, ruego o llanto podría salvarla.
Mientras ella trataba de defenderse sin descanso, él apretó los puños y gritó:
"¡Por el amor de Dios, Selina, déjalo ya! ¡Estás fingiendo! ¡Para! No hay necesidad de alargar esto. Te auguro un triste final".
El hombre la empujó cuando ella comenzó a agarrarlo y a suplicar incesantemente.
Al mismo tiempo que Selina se tambaleaba hacia atrás, una mujer entró por la puerta. Ella la reconoció al instante.
"¿Viola?", preguntó con los ojos abiertos de par en par. "Viola... ¿eres tú?", añadió.
Parecía ella, aunque no lo tenía claro. Su rostro le resultaba desconocido y familiar a la vez. Selina estaba segura de que algo había cambiado en Viola, pero no identificaba de qué se trataba.
Esta última caminó lentamente hacia ella, tomó su mano entre las suyas y dijo: "Hola, Selina. Cuánto tiempo sin verte".
Selina la miró fijamente durante un minuto y luego se volvió hacia Ezra. Después miró de nuevo a su amiga y le suplicó: "Viola, dile a Ezra que yo no te hice daño. Cuéntale la verdad. Dile que no te lo robé y que en realidad me lo confiaste...".
"¡Díselo! Me pediste que lo cuidara por ti y accedí porque me gustaba. ¡Dile que no te hice daño y que no te lo quité todo a propósito!", le rogó Selina.
Antes de que pudiera hablar otra vez, su esposo había sujetado a Viola y la había puesto detrás de él. "Una mujer tan despiadada no merece tu compasión, Viola. Aléjate de ella".
Viola agarró la mano del hombre y temerosamente gimió: "Le gustas demasiado, Ezra. Estaba tan desesperada por casarse contigo que me tendió una trampa y te mintió. Pero eso forma parte del pasado. Ahora estoy aquí contigo. Ya no importa si nos traicionó a los dos".
Selina estaba completamente en shock. Sentía como si alguien la hubiera agarrado por el cuello y la hubiera arrojado a un pozo profundo y oscuro.
¿Por qué había dicho eso Viola?
¿Por qué mentía?
Aturdida, miró fijamente a su amiga, a quien su esposo estaba protegiendo. "¿Por qué, Viola?", murmuró.
Habían sido buenas amigas durante años. De hecho, su vínculo era tan fuerte que se trataban como hermanas. Era increíble que ella le hiciera eso.
Viola dio unos pasos hacia ella y volvió a poner una sonrisa inquietante. Después manifestó: "Necesito que me dejes ir, Selina. No te preocupes, no estoy enojada contigo. Ya te perdoné, te lo prometo. Desde que éramos niñas, te he dado todo lo que querías. Nunca peleé contigo por nada. ¿Y me respondes intentando apartar a Ezra de mí? No lo aguanto más. Me opongo, voy a recuperar lo que me pertenece".
Una sonrisa amarga apareció en el rostro de la embarazada. "¿Que yo te quité a Ezra? ¿Que me has dado todo lo que quería?". Ella comenzó a reírse tristemente. "Entiendo... Entiendo...", soltó entre carcajadas sin humor.
Claro. Selina An, la hija de la familia An, no era más que una desalmada a la que todos odiaban.
¡Sí, lo era! Tan cruel y manipuladora que cuando acosaron a Viola siendo más jóvenes, se abalanzó sobre sus matones para darles una lección.
Tan despreciable que asumió la culpa de todo lo que hizo mal su mejor amiga.
Solo por el hecho de que había nacido en una familia rica, todos asumían automáticamente que ella era la que conspiraba. Todo el mundo que miraba a la pobre Viola pensaba que no había roto un plato en su vida.
La veían como una chica amable que no haría daño a una mosca, mientras que veían a su mejor amiga Selina como alguien que tarde o temprano terminaría en prisión.
La perra logró crearse esa imagen de buena persona tras años de práctica, y Ezra la creyó con los ojos cerrados.
Cuando Selina dejó de llorar, fijó sus ojos en su esposo, quien ni siquiera se inmutó. "Te arrepentirás de esto algún día, Ezra. Te lo aseguro".
Él permaneció impasible y le respondió: "Te necesito a ti y a tu hijo bastardo fuera de mi casa. Ahora".
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