templaba el amanecer sobre el océano. Iba de vuelta a B
a segunda vez que lo hacía ese día. Volvía al mismo lug
a no cometer errores. Pero lo que había pasado
ra toda la vida, fue durante su tiempo en la universidad, pero había acabado perdiéndola por culpa de una fatal enfermedad cardiaca producida por un defecto de nacimiento. No tuvo siquiera la oportunida
parecía no ser consciente y eso no hacía sino incrementar su atractivo. Pero eso no era exc
cogiera su maletín, aunque una voz en su interior le reco
rió la puerta de su coche. Vio que el coche
él se fuera. Sintió el intenso calor en cuanto entró. Apenas distinguía nada entre el humo, pero no vio llamas en el vestíbulo. Comenzó a atravesarlo y vio entonces la luz que venía de la tienda de regalos. El fuego parecía estar concentrado en esa zona. Las llamas iban devorando poco a poco las estanterías llenas de ropa y la pintura se de
e agachó y se cubrió la bo
ras golpeaba una pared-. ¿H
oy! -le gritó él con al
quí, en e
su voz hasta llegar
erta, voy a entrar
fuera de control. Empujó la puerta con su hombro, pero no se abrió. Se retiró para intentaro de nuevo. Se apartó un poco más para ganar impulso. Empujó con todas sus fuerzas y la puerta cayó hacia dentro. Miró deprisa a su alrededo
spirar con normalidad. Se dio cuenta de que necesitaba aire
árr
todos los artículos de papelería. Una estantería se tambaleó a su lado y él se apartó a un lado para salvarse. Cubrió con su cuerpo el de Ashley. Pocos segundos después, otro par de estante
al pas
por la puerta de cristal y fue directo hacia ella. Cuando salió, el aire fuera de la casa le p
alieron por la parte de atrás de la tienda, don
pronto por allí, su restaurante y su c
ba le dificultaba aún más la respiración. Para colmo de males, no le
puedes
repuso él con ironía-. N
ar de héroe a villano inse
ello camisón de satén. pero las cosas habían cambiado radicalmente y le
tonces-. Puedo andar.
iento, se deslizó la manta y uno de sus hombros quedó al de
evarme así, estoy bie
tos no la dejó t
con la empapada manta, pero n
-le pidió él mientras agarr
pa que llevaba encima. Su restaurante se estaba quemando. Se trataba del negocio que había iniciado con sus dos hermanastras en el único hog
. Temía que el fuego se extendiese y afectase a otra
restaurante. El humo salía por las ventanas de la fachada, cubriendo con nubes grisáceas el cielo. Se preguntó si aún quedaría algo dentro de la bella casa que habían heredado de su madre de acogida. Sus dos hermanas y ella habían
zos atrapados. Y entonces se dio cuenta de que su hermana había levantado sin que
nadie la estu
que Matthew no se hubier
a tenido suerte. Había algo en sus ojos que