ujían con cada paso que daban. Una pesadez inexplicable se apoderó de su cuerpo, y al observar el lugar se asustó al perc
cómo descendían de los árboles criaturas con apariencia de aves deformes: ojos brillantes, plumas como espinas y garras afiladas. Los
lo trataba de derribarlo. Gritó desesperadamente mie
Skotos! Defiéndanse y huyan
portamiento de estas criaturas no era para nada pacíficos; empezaron a atacar en la densa niebla, y se
remetía con furia contra los Skotos, tratando de
aba inquieta por que no podía distinguir quiénes los atacaban. Se sobresaltó al ver a un guerrero caer herido cerca de los caballos. El vital líquido se esparcía por su ropa arañada. Soltó un suspir
o te
el guerrero en
a, prestó atención a los guerreros que yacían adoloridos en el suelo. Volviendo la mirada al frente y continuó con la v
aba que ella solo buscaba escapa
espondía ni mostraba gest
tas, no podré curarte. Si quisiera
moverlas rápidamente. Una vez liberada, se puso de pie y corrió hacia un caballo. Buscó en una bolsa que colgaba de él y encontró una botella. Regresó junto a Horus, vertió agua en sus manos y la aplicó en la
hacia Gedeón. Al acercarse, las criaturas la rodearon. Asustada, extendió sus manos, y una luz blanca con destellos violetas comenzó a e
rrando mientras su mano derecha presionaba su herido. El dolor era agud
ión reconfortante que le recorrió el cuerpo. Apreció cómo un líquido fresco descendía por su garga
estás h
ndo -pronunció ella con dolo
iendo un leve malestar, Aradne lo miró entrecerrándolo los ojos con resentimiento,
a para atender a los guer
al ver que Gedeón asistía con
ón, se encontraba recostado a un árbol, observado la escena. Al ver a sus h
en los caballos que tene
s salvó la vida, permítele ir a c
l destino que le espera al pisar la mansión y no es nada agradabl
a Aradne. Luego caminó con zancadas largas hacia su caball
al caballo. Su actitud hacia ella hab
Al llegar a la mansión pueda que se arrepienta de habernos salvado, pero le aconsejo que cuand
umbre la abrumaba; tragó saliva al sentir el aura fría y severa de Gedeón. No entendía por qué él la odiaba, y esa f
o. Estaba frustrado por haber sido salvado por ella; aún sentía su energía cálida y refrescante recorrer su cuerpo. Se repetía en
abeza apoyada en sus patas delanteras-. No tienes ide
liberará de estas criaturas que castigan nuestro pueblo -respondió Gedeón, a
e. Había intentado estar con otras lobas, pero sus compatibilidad h
lobo. Maldijo en silencio, porque s