a Fer
nto a algunos amigos que reconocía de la universidad, él sonre
ía perfecta. Al menos, eso era lo que y
sma intensidad con la que yo lo observaba. Frunció el ceño, con
n cualquier momento. Mis manos tensas apretaban la pequeña bolsa que lleva
tras lo veía acercarse hacia mí, tan hermoso como u
eza, haciéndome girar por completo-. El negro
lia sonrisa de Lucas, mostrando sus dientes perfectamente alineados y blancos. Mis ojos vacilaron al
Uno de esos sueños que había
lgunos se convierten en pesadillas. Y allí, en es
propia. Su cabello pelirrojo ondulado caía graciosamente sobre su busto abundante, y el
llí, acaparando toda la atención del lugar. Incluso la de él, d
a y esbozó esa linda sonrisa familiar para la mujer, quien lo abra
vés de la tormenta, resonando más fuerte que la música estridente a nuestro
de decir, confusa, y la dece
e los labios, mientras tomaba a la mujer pelirroj
o que ahora puedo decir novia otra vez, ¿no? -di
podía ser u
un breve lapso de tiempo. Nunca había oído hablar de
n estaba hecho añicos, y todos mis planes se desmoronaban, desliz
postura mientras otros amigos llamaban la atención de la pareja, que
menazaban con correr por mis mejillas. Era una mezcla de vergüenza y humillación. Parecía que todos allí sabían lo que a
odía gritarle, no podía insultarlo, no podía explotar como que
e empeoraban la sensación de asfixia que crecía dentro de mí. La es
leto las miradas de los empleados, preocupados por mi
maquillaje, que me habían llevado horas en arreglar, ni el imp
elo, mientras caminaba por el aparentemente interminable cam
omenzó a seguir mis pasos, moviéndose a la misma velocidad.
coche... Era igual al suyo. Por no decir idéntico. Aunque la t
se dio cuenta de que salí corriendo? ¿Será que venía tr
za. Claro que era él. N
feroz lluvia y, tal vez, escuchar las palabras que tanto necesitaba. Pero, en el segun
ra L