ados intercambiaban miradas inquietas, murmurando entre ellos sobre el inesperado an
de pie al frente de la sala. Todos los
na importante decisión que se ha tomado. Después de todo es algo esperado, tras la mu
charon en la sala. ¿Acaso Damián estaba loco? Alexander era tan exigen
xander Whitmore como sucesor de Darren Whitmore, es su voluntad y la estoy cum
xpresiones de desconcierto se apoderaron del ambiente. Alexander Whitmore, el joven y
o firme y porte imponente. Su rostro mostraba una expresión seria, casi intimidan
ó al centro de la sala. Alexander se paró frente a todo
responsabilidad para mí asumir el liderazgo de esta compañía. Sé que muchos de ustedes tienen dudas sobre mi capacidad y mi esti
recorrieron una vez más a los emp
con la empresa y una dedicación inquebrantable a l
upación. Una vez terminado su discurso, Alexander asintió levemente y
ue sintio que estaba a su lado. Una vez en el despacho, contempló la imponente vista de la ciudad que se
as condicionado, te prometo que daré lo mejor de mí
ponente edificio corporativo, se sentía invencible. De pronto Lauren vino a
. Y quiero morir. Déjame m
ó la c
ntos que su secretaria, Elena, había dejado sobre su escritorio. Necesitaba revisar los informe
cina con una nueva pila de documentos, Alexander l
escritorio -orden
te de la oficina. Alexander comenzó a revisar los documentos, pero pronto
llamando a la ate
con dureza, acusándola de incompetente y exi
no sabes hacer tu trabajo? -es
s. Alexander, por su parte, volvió a sumergirse en el trabajo, decidido a demostrar su valía como director de
*
os días. Sus ojos apagados miraban al vacío mientras las sábanas de seda la envolvían. Apenas tenía f
a la sirvienta, su único contacto con el
nder la espera para cenar. Me
egarse sería inútil. Alexander siempre se salía
mento bajaré -resp
con sus pensamientos inquietos. ¿Cuánto tiempo más tendría que
r. Nunca se molestaba en ocultar su desinterés por
scuro enmarcaban un rostro pálido y demacrado por la tristeza. Se vistió con lentitud, sabiendo que b
esa, con una expresión imperturbable en su rostro afilado. Laur
che -dijo Alexander con un tono condescendiente-. Úl
e que era precisamente su culpa que ella se sintiera tan
ía otra opción -res
bservó con una
ertas obligaciones que cumplir. No puede
pero se obligó a mantener la compostura. No serviría
star más presente -emitió sarcásti
bartulos y la
e expresas
anta le impedía tragar. Alexander, en cambio, comía con eleganc
él rompió e
al médico. Es hora de que te ha
tó la vista,
or qué? -preguntó, con un dej
pondió Alexander con frialdad-. Y tú
s. Era cierto que ella tampoco anhelaba tener hijos con Alexander, pe
lo mejor -murm
-declaró Alexander, volviend
sión en su pecho crecía cada vez más. Estaba atrapada en una jaula de la
ndose a sí misma mientras las lágrimas finalmente brotaban de sus ojos. Permaneció allí, acurrucada y temblando, hasta que fi
na siguiente, se encontró de nue