nte tanto como la superficie de aquel escritorio, que horas antes había sido testigo silencioso de uno más de sus encuentros secretos. Su relación con Adrián no era amor, pero
omas ya le insinuaban, y por más que quisiera convencerse de que podría manejar la situación por su cuenta, una parte de el
loj en la muñeca. Se sentó en el borde del escritorio y le dedicó una
en sus ojos-. Han cambiado muchas cosas en la empresa, y parte de esa tran
pecho. Era como si el suelo se desmoronara bajo sus pies. Sin embargo, lo más extraño fue l
que has dedicado a la empresa. También una carta de recomendación. -Sus
decirle, quería gritarle la verdad. Pero algo en su mirada despreocupada, en la indiferencia que él mostraba, le hizo
ejaría atrás no solo un trabajo, sino todo el peso