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Historia
La Niñera de las Hijas del CEO: Arthur Zaens.

La Niñera de las Hijas del CEO: Arthur Zaens.

Autor: Exaly
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Capítulo 1 No quiero darles Cariño.

Palabras:1453    |    Actualizado en: 29/10/2024

th

s azules que definitivamente venían de su madre. Aún así, no lograba conectar. Sus rostros reflejaban inocencia, pero mi mente estaba en otro lugar. Con un suspiro,

haciendo aquí? ¿Pa

e... -intentó explicar mientras tar

dar a mis hijas, no para estar acostándote con el jardi

jardinero se acomodaba la camisa, clarame

no lo volveré a h

error y te largas. Mis hijas estaban solas, mientr

a deshacerme de esta situación cuanto antes. Abrí mi computadora, revisé los día

ediato. Aquí está el cheque. N

r -respondió ella, e

ora, otra vez, sin niñera. ¿Quién iba a cuidar de mis hijas? Me levanté, intentando no pensar d

sona urgentemente -le dije, t

ontraremos a alguien adecuado -re

lbuceaba "papi" mientras se acercaba a mí. Era tan bonit

ir a la empresa. -Le di la es

ado varias veces -me informó Lu

on asuntos de la empresa -dije, firme. Lo qu

umbre, bajando la cabeza en reverencia. Todo estaba reluciente

saludó mientras abría

. Vamos -respondí, e

isé fueron las cámaras de la casa. El jardín, los cuartos... todo en orden, excepto por el hecho de que ahora necesitaba buscar

a jornada. Nuestra corporación tenía más de 50 años; mis padres me la dejaron cuando se retiraron a vivir la buena vida, y

Mi hermano estaba allí, impaciente como siempre. Aunque éramo

con firmeza, y todos baja

debía haber comenzado hace tiempo -mencio

yo lo decido -respondí, c

lectrodomésticos y productos electrónicos, desde teléfonos inteligentes hasta robots domésticos con inteligencia artificial avanzad

, quien me mostró las cifras para que las firmara. Dejé los documentos en

y -le advertí

? -preguntó, fingi

vantándome y acercándome a ella-. Cuando quiera algo de ti,

eñor -dijo, c

cota. Cuando lleguen, hazlos pasar y cierra la puerta. N

rrillo y miré por la ventana. Nuestro rascacielos era uno de los más altos del país, un símbolo del poder que había construido desde l

sus cabezas en señal de respeto. Me acostumbré a ese tipo de reverencia. No espero menos, después de todo, soy Arthur

de la limusina. Bajé con calma, ajustando mi saco a la perfección antes de avanzar hacia la entrada

ardes, se

ntestar. Caminé directo al s

an la

. Al sentarme, una sonrisa ligera se asomó en mis labios al ver la cena perfectamente dispuesta y una

productos y los dispositivos móviles de alta calidad que pronto dominarían el mercado. No me conformo

El calor del agua relajaba mis músculos, pero mi mente nunca dejaba de pensar en mis planes. Al salir, me miré en el espejo, me

le dije al chófer que

a, señor?

no sea uno de esos tugurios de m

puesto,

. Al bajarme, observé el lugar. No estaba mal, la música era adecuada,

tí un empujón. Una chica se

uidado!-gru

dente irritación -Tú fuiste el

re encuentran a quién culpar- menc

speto saliendo del

da qu

pueden venir este tipo de mujeres a un lugar así? Ni siquier

al m

me un

ció confundido

odka,

ntando la voz ligeramente-.

or. Con

mis próximos movimientos. Siempre hay algo m

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