Arthur Sáenz, un multimillonario frío y desalmado que ha vivido en la oscuridad desde la desaparición de su esposa, dejándolo solo con sus dos hijas gemelas. Desesperado por encontrar una niñera que cumpla con sus estrictas expectativas, Arthur conoce a Lía, una ex escritora y editora recomendada por un amigo. Aunque su relación comienza de manera conflictiva, con discusiones y malentendidos desde su primer encuentro en un bar, Lía se convierte en la persona que poco a poco transformará la vida de Arthur y de sus hijas, desafiando su frialdad y cambiando su mundo para siempre.
Arthur.
Miraba a mis hijas, tan pequeñas, de tres años de edad, y sin sentir ninguna emoción real. Eran idénticas a mí, pero con la piel más clara, cabello rubio y esos ojos azules que definitivamente venían de su madre. Aún así, no lograba conectar. Sus rostros reflejaban inocencia, pero mi mente estaba en otro lugar. Con un suspiro, salí de la habitación de ellas, me dirigí al salón donde estaba la niñera, quien inmediatamente notó mi mal humor. Me acerqué y, sin ocultar mi molestia, le hablé.
-¿Qué cree que está haciendo aquí? ¿Para qué la contraté?
-Señor, disculpe, lo que pasa es que... -intentó explicar mientras tartamudeaba, pero no la dejé continuar.
-¿Qué? -le dije, elevando la voz-. Te contraté para cuidar a mis hijas, no para estar acostándote con el jardinero en mi mansión. ¡Lárgate! Tú y él. ¡Fuera de mi casa!
La niñera bajó la cabeza, temblorosa. El jardinero se acomodaba la camisa, claramente incómodo. Ambos intentaron disculparse.
-Por favor, señor, no lo volveré a hacer -suplicó ella.
-No te contraté para esto -respondí cortante-. Un error y te largas. Mis hijas estaban solas, mientras tú... ¿haciendo qué? Mi casa se respeta. ¡Fuera!
Con la conversación zanjada, salí del salón y me dirigí a mi despacho. Necesitaba deshacerme de esta situación cuanto antes. Abrí mi computadora, revisé los días que la niñera había trabajado, firmé un cheque y llamé a Lucy, la ama de llaves.
-Lucy, haz que se vayan de inmediato. Aquí está el cheque. No quiero verlos más -le ordené.
-A sus órdenes, señor -respondió ella, eficiente como siempre.
Cuando Lucy salió, me dejé caer en mi silla y puse mis manos en las sienes. Estaba sofocado. Ahora, otra vez, sin niñera. ¿Quién iba a cuidar de mis hijas? Me levanté, intentando no pensar demasiado en ello, y fui a su habitación. Allí estaba la señora Lucrecia, ayudándolas a vestirse.
-Lucrecia, necesito a una persona urgentemente -le dije, tratando de mantener la calma.
-Señor Arthur no se preocupe. Encontraremos a alguien adecuado -respondió ella con su tono tranquilo.
-Eso espero -respondí, mirando a una de mis hijas que balbuceaba "papi" mientras se acercaba a mí. Era tan bonita, pero me rehusaba a encariñarme. No podía permitírmelo.
-Encárgate de ellas. Tengo que ir a la empresa. -Le di la espalda y me preparé para salir.
-Señor, su hermano Enzo ha llamado varias veces -me informó Lucrecia antes de que me marchara.
-Déjalo, no quiero que me molesten en casa con asuntos de la empresa -dije, firme. Lo que era de la empresa, se quedaba en la empresa.
Cuando bajé al salón, los empleados se alinearon, como de costumbre, bajando la cabeza en reverencia. Todo estaba reluciente, como me gustaba. Al salir, Miguel, mi chofer, ya me esperaba.
-Buenos días, señor -me saludó mientras abría la puerta de la limusina.
-Buenos días, Miguel. Vamos -respondí, entrando en el coche.
Mientras nos alejábamos, encendí mi laptop. Era un modelo ultrafino, con múltiples pantallas desplegables, y lo primero que revisé fueron las cámaras de la casa. El jardín, los cuartos... todo en orden, excepto por el hecho de que ahora necesitaba buscar un nuevo jardinero y niñera. Estaba harto de tener que contratar personal que siempre me decepcionaba, pero no tenía más opción.
Apagué la computadora y me concentré en la empresa. Al llegar, los empleados ya me esperaban en fila, listos para iniciar la jornada. Nuestra corporación tenía más de 50 años; mis padres me la dejaron cuando se retiraron a vivir la buena vida, y ahora era mi responsabilidad, junto con mi hermano Enzo, aunque él siempre parecía más interesado en disputarme el control.
Entré a la sala de juntas, donde ya todos estaban esperando. Mi hermano estaba allí, impaciente como siempre. Aunque éramos gemelos, no éramos idénticos en personalidad ni en enfoque.
-Buenos días a todos -dije con firmeza, y todos bajaron la cabeza, excepto Enzo.
-Arthur, te he estado llamando. La reunión debía haber comenzado hace tiempo -mencionó Enzo, con su habitual tono de reproche.
-La reunión empieza cuando yo lo decido -respondí, cortante. -Ingrid, empieza.
Mi asistente encendió la gran pantalla, mostrando los detalles del nuevo proyecto. Nuestra empresa era líder en la fabricación de electrodomésticos y productos electrónicos, desde teléfonos inteligentes hasta robots domésticos con inteligencia artificial avanzada. Esta última línea de productos estaba diseñada para facilitar la vida en el hogar, algo que sabía que revolucionaría el mercado.
Tras la reunión, me retiré a mi despacho, seguido por Nancy, mi secretaria, quien me mostró las cifras para que las firmara. Dejé los documentos en el escritorio y, como siempre, Nancy no tardó en empezar con sus coqueteos.
-Hoy no, Nancy -le advertí, ya molesto.
-¿Está bien, señor? -preguntó, fingiendo preocupación.
-No me hagas preguntas que no te corresponden -respondí, levantándome y acercándome a ella-. Cuando quiera algo de ti, te lo haré saber. Hasta entonces, haz tu trabajo y nada más.
-Lo siento, señor -dijo, casi temblando.
-Tengo una reunión importante con los empresarios de Daicota. Cuando lleguen, hazlos pasar y cierra la puerta. No quiero interrupciones, especialmente de ninguna mujer.
Cuando se retiró, dejé escapar un suspiro. Nancy era hermosa, sí, pero no tenía tiempo para distracciones. Me levanté, encendí un cigarrillo y miré por la ventana. Nuestro rascacielos era uno de los más altos del país, un símbolo del poder que había construido desde los 18 años. He trabajado sin descanso, construyendo esta corporación, y nadie, ni siquiera mi hermano, me quitará lo que me pertenece.
Al final del día, cuando salí de mi oficina, observé cómo todos los empleados se levantaban de inmediato, inclinando sus cabezas en señal de respeto. Me acostumbré a ese tipo de reverencia. No espero menos, después de todo, soy Arthur Zaens, un hombre de prestigio, poder y éxito. Para mí, esa es la única forma en la que deberían tratarme, como un rey.
Al llegar a la mansión, mi chófer, puntual como siempre, salió rápidamente a abrir la puerta trasera de la limusina. Bajé con calma, ajustando mi saco a la perfección antes de avanzar hacia la entrada. Los empleados dejaron de hacer lo que estaban haciendo para recibirme, como lo hacen todos los días.
-Buenas tardes, señor Zaens.
Ni siquiera me molesté en contestar. Caminé directo al salón, ordenando con firmeza:
-Sirvan la cena.
Mientras me lavaba las manos en el lujoso lavabo del salón, ya sabía que la mesa estaría lista para mí. Al sentarme, una sonrisa ligera se asomó en mis labios al ver la cena perfectamente dispuesta y una suave melodía instrumental sonando de fondo. Así es como me gusta, sin interrupciones, todo en su lugar.
Después de cenar, me retiré a mi habitación. Me senté frente a mis proyectos, pensando en los nuevos productos y los dispositivos móviles de alta calidad que pronto dominarían el mercado. No me conformo con lo ordinario; quiero crear lo más exclusivo y costoso, productos que hablen de grandeza, como yo.
Cuando decidí que había trabajado suficiente, me levanté, me di una ducha mientras disfrutaba de una copa de vino en el jacuzzi. El calor del agua relajaba mis músculos, pero mi mente nunca dejaba de pensar en mis planes. Al salir, me miré en el espejo, me sonreí a mí mismo, chasqueé los dedos, satisfecho con lo que veía, y me vestí rápidamente. Sentí el deseo de salir por un rato.
Bajé las escaleras y le dije al chófer que me llevara a un bar.
-¿A cuál va, señor? -preguntó.
-A cualquiera, siempre y cuando no sea uno de esos tugurios de mala muerte -contesté sin interés.
-Por supuesto, señor.
Llegamos a un bar elegante, uno que frecuento cuando quiero estar solo. Al bajarme, observé el lugar. No estaba mal, la música era adecuada, el ambiente tranquilo, y lo más importante, no habría interrupciones.
Entré, pero de repente, sentí un empujón. Una chica se había cruzado en mi camino.
-¡Ten más cuidado!-gruñi molesto.
-¿Disculpa?- respondió con evidente irritación -Tú fuiste el que no miró por dónde caminaba.
-Vaya, las señoritas como tú siempre encuentran a quién culpar- mencione con un tono frío y arrogante.
-Vete al diablo- espeto saliendo del bar a toda prisa.
¡Mierda que loca!
Me dejó sin palabras y continuó caminando como si nada. ¿Cómo pueden venir este tipo de mujeres a un lugar así? Ni siquiera saben comportarse. Negué con la cabeza y me dirigí a mi mesa.
Llamé al mesero.
-Tráeme un vodka.
El hombre pareció confundido por un momento.
-¿Un vodka, señor?
-¿No escuchaste? -dije, levantando la voz ligeramente-. Y por favor, tráeme un sushi.
-Sí, señor. Con permiso.
Me quedé ahí, bebiendo en silencio, planeando mis próximos movimientos. Siempre hay algo más por conquistar, algo más que perfeccionar.
Cassandra Morretti siempre ha vivido al filo, sumergiéndose en un estilo de vida desenfrenado donde el placer y el poder son sus únicas brújulas. Para ella, el dinero es solo un medio para conseguir lo que quiere, pero no es la llave de la felicidad. Con una actitud fría y calculadora, Atiende a manejar a los demás como si fueran piezas en un tablero de Aljedrez, segura de que todo en su entorno es una ilusión. Sin embargo, detrás de su fachada impenetrable, se oculta un deseo urgente. Recuperar la otra mitad de la herencia que le robó su propio padre. Para ello, necesita encontrar un marido, un hombre que esté dispuesto a entrar en su juego, aunque solo sea para cumplir con las formalidades. En el otro extremo de la ciudad, Elian Navarro, lleva una existencia humilde y agobiada. Sus días están marcados por largas horas de trabajo, luchando por proveer para su hermana menor, que nació con una discapacidad que requiere cuidados constantes. Elian ha renunciado a sus propios sueños, enfocado únicamente en asegurar que su hermana tenga una vida digna. Pero con las cuentas acumulándose y las opciones agotándose, el dinero se convierte en una necesidad apremiante, una carga que lo aplasta cada día un poco más. Cassandra necesita un esposo. Elian necesita dinero. Dos vidas que aparentemente nunca se cruzarían, pero que el destino, con su irónica sabiduría, está a punto de entrelazar de manera inesperada. ¿Qué sucederá cuando sus caminos se crucen? ¿Será este un pacto puramente transaccional o se esconderá algo más bajo la superficie?
No llegue a imaginar que la vida sería tan difícil de sobre llevar, sin embargo, veo que a muchas personas la va bien y a mí me va como si no era mi destino pertenecer en la tierra de los humanos. Primero debo soportar la mirada lasciva de los hombres, segundo batallar con lo que me acompleja a diario y tercero soportar estar junto a esa mujer del cual debo estar agradecida a pesar de la vida tan miserable que llevo viviendo junto a ella. Pero no todo es tan malo no después de a ver conocido a ese Hombre que, a pesar de parecer malo, odioso y cretino, es un ángel que necesitaba para lograr sentir que por lo menos puedo sonreír con sinceridad y agradecer a Dios por mandarme a la tierra a pesar de haber sido abandonada como un pobre cachorro sin hogar. Mi nombre es Bella. Puedo calificarme como una persona sencilla, y humilde. He pasado por circunstancias muy duras en la vida, pero sigo aquí intentando sobrevivir y ganar la batalla de la dura vida que llevo desde que tengo memoria.
Durante mucho tiempo creí que mi vida sería un jardín de rosas. Imaginaba días soleados, perfumados con el dulce aroma de la felicidad, y noches adornadas con estrellas que iluminarían mi camino. Sin embargo, la realidad me presentó algo muy diferente. En lugar de pétalos suaves, encontré espinas que se clavaban en mi piel, hiriéndome no solo por fuera, sino desgarrándome el alma con cada paso que daba. Mis ilusiones se desmoronaron una a una, dejándome sola en la oscuridad que nunca busqué ni deseé. Esperaba que mi existencia estuviera decorada con luces de alegría, pero, en cambio, me encontré atrapada en un pozo profundo de dolor y decepción. Vivía como una prisionera en mi propio infierno personal, donde cada decisión que tomaba parecía pertenecer a alguien más. Era como si todo lo que hacía estuviera diseñado para complacer a otros, para cumplir con expectativas que jamás me dieron la oportunidad de ser yo misma. Me sentía como un títere, forzada a mostrar sonrisas vacías, mientras por dentro mi alma se ahogaba en lágrimas que nadie veía. Cada sonrisa que esbozaba era una máscara, una fachada para ocultar el sufrimiento que me consumía poco a poco. Pero, con el paso de los años, algo cambió. En medio de esa oscuridad constante, una pequeña luz comenzó a brillar. Fue sutil al principio, casi imperceptible, pero poco a poco fue creciendo. Lo vi de nuevo, y fue como si el tiempo se desvaneciera y regresara a ese primer encuentro, cuando mis sueños aún estaban intactos. Su presencia me devolvió algo que creía perdido para siempre, la esperanza. Fue como si, en medio de mi desolado jardín de espinas, empezaran a brotar pequeñas flores, tímidas pero llenas de color. Mi corazón, herido y cansado, comenzó a creer que quizás, después de todo, las sonrisas que tanto había fingido un día podrían ser genuinas. A pesar de este destello de esperanza, no puedo engañarme a mí misma. La luz que vi en él, la paz momentánea que sentí en su compañía, puede no ser más que un sueño efímero, un espejismo en el desierto de mi realidad. Porque, desafortunadamente, mi vida sigue siendo lo que siempre ha sido, una lucha constante entre lo que deseo y lo que me ha tocado vivir.
"En la protección inesperada, el amor puede florecer en los lugares más insospechados" Alberth, un empresario prestigioso y multimillonario, enfrenta una difícil decisión cuando su mejor amigo fallece en un accidente, dejándole la responsabilidad de cuidar a su hija de 18 años, Valeria. Dejando un video póstumo. Valeria solo puede heredar la fortuna de sus padres si se casa con Alberth Sandoval, una condición impuesta por su difunto padre para protegerla. De aquellos que la persiguen. Inicialmente reacio a la idea, ya que el tiene su novia, Alberth se da cuenta de que la única manera de evitar que los codiciosos tíos de Valeria se apoderen de su herencia y la alejen de su libertad es aceptando el insólito acuerdo. Sin otra opción, Alberth acepta casarse con la joven diminuta, pese a la diferencia de edad y las complicaciones que esto conlleva. A medida que viven juntos, Alberth y Valeria deben navegar las complejidades de su inusual matrimonio, enfrentando tanto los desafíos familiares como sus propios sentimientos.
Marcus Taylor tenía un único objetivo en mente. Casarse con la hija del hombre que había destrozado a su familia. ¿La venganza hasta el punto de verlos destruidos no sería suficiente? Apoderarse de esa presa y recuperar todo lo que una vez fue suyo se convirtió en su propósito a través de su venganza. Andrea, una escritora fantasma, vive en una existencia sombría donde es tratada como un objeto monetario por sus padres. Su deseo es la libertad, escapar de esa jaula dorada que la asfixia día tras día. Su única salida parece ser Marcus Taylor, el magnate en quien ella cree encontrará su liberación. Lo que Andrea no sabe es que su decisión traerá consigo consecuencias del pasado que afectarán su futuro. Ella se convertirá en la presa perfecta para aquel lobo hambriento que está listo para atraparla. "La venganza puede durar un día, pero la pasión perdurará toda la vida"."
Convertirme en la amante de Alexei fue algo que jamás habría imaginado para mi vida, pero el amor me cegaba y no veía otra opción. Estaba profundamente enamorada de él, sin importar que estuviera casado. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa por tener su amor. Sin él a mi lado, sentiría que no merecía existir en este mundo. Pero estaba equivocada. Para mí, Alexei era y seguirá siendo mi único amor, a pesar de estar casado con otra. Estaba convencida de que su amor por mí era tan intenso y apasionado como el mío por él. No obstante las sircunstacias de la vida eran meramente agobiante, nuestro amor estaba en un juego difícil de florecer al ser consiente que amar a los hijos eran más importantes que amar a una mujer. Pero no todo esta perdido a pesar de la difícil sincursanticia los secretos ocultos jamás se esconden para siempre.
Eveline se casó con Shane, un obstetra, a la edad de 24 años. Dos años más tarde, cuando estaba embarazada de cinco meses, Shane abortó al bebé él mismo y procedió a divorciarse de ella. Fue durante estos tiempos oscuros que Eveline conoció a Derek. Él la trató con ternura y le dio el calor que nunca antes había sentido ella. También le causó el mayor dolor que jamás había tenido que soportar. Eveline solo se hizo más fuerte después de todo lo que experimentó, pero ¿podría soportar la verdad cuando finalmente se revelara? ¿Quién era Derek detrás de su carismática fachada? ¿Y qué haría Eveline una vez que descubriera la respuesta?
Cheryl, una huérfana ordinaria, logró casarse con el hombre más poderoso de la ciudad. Era perfecto en todos los sentidos, excepto en una cosa: no le gustaba ella. Tres años después de su matrimonio, finalmente quedó embarazada, en el mismo día en que su esposo le entregó los papeles de divorcio. Parecía que se había enamorado de otra mujer, y por alguna razón que ella desconocía, él creía que ella también se había encaprichado de otro hombre. Justo cuando ella pensaba que su relación estaba llegando a su fin, él no quería que se fuera. La mujer ya estaba dispuesta a renunciar, pero él le confesó su amor. ¿Qué iba a hacer Cheryl en esta maraña del amor y del odio, mientras estaba embarazada?
Dos años después de su boda, Ximena perdió el conocimiento en un charco de sangre durante un parto difícil, olvidando que su exmarido se iba a casar con otra persona ese día. "Nos vamos a divorciar, pero el bebé se queda conmigo". Estas palabras resonaron en su mente. Sabía que él no estaba allí para ayudarla, sino para quitarle a su hijo. Ximena preferiría morir antes que ver a su hijo llamar madre a otra mujer. Posteriormente perdió la vida en la mesa de operaciones con dos bebés en su vientre. Pero ese no fue el final para ella... Años más tarde volvió a encontrarse con Ramon, que ha cambiado mucho. Quería quedársela para él a pesar de que ya era madre de dos hijos. Y cuando supo que ella se iba a casar de nuevo, irrumpió como un loco. "Ramon, ya morí una vez antes, así que no me importa volver a morir. Pero esta vez, quiero que muramos juntos", gritó ella, mirándolo con angustia en sus ojos. Ximena pensó que él no la amaba y estaba feliz de estar fuera de su vida. Pero lo que ella no sabía era que la noticia de su inesperada muerte le había roto el corazón. Durante mucho tiempo lloró de dolor y agonía. Siempre deseó poder retroceder en el tiempo o ver su hermoso rostro una vez más. Todo esto fue demasiado para Ximena, cuya vida estuvo llena de idas y venidas. No sabía si debía volver al lado de su exmarido o seguir adelante con su vida. ¿Cuál elegiría ella?
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