luces bajas y el silencio absoluto, solo interrumpido por el crujido ocasional de la vieja casa. Vanesa preparó una cena sencilla, pero ninguno de ellos tenía apeti
a noche, como si temiera que Kaira pudiera desvanecerse en cualquier momento. Las manos de Vanesa temblaban, y K
nesa, sus ojos clavados en los de su hij
la silla. El miedo y la incertidumbre se manifestaba
más de lo que podía expresar. Dejar atrás a su familia
Kaira y le tomó las manos, mirándola con una intensidad que nunca había visto antes. Había lágrimas no d
s fuerte de lo que crees. Pero mañana... mañana ti
quería que sus padres la vieran derrumbarse. Tenía que ser fuerte
rboles se movían con el viento, proyectándose en las paredes como figuras danzantes. No podía dejar de pensar en todo lo que iba a perder.
jos parecía susurrarle secretos, pero ella no podía entenderlos. Las estrellas brillaban en el
có a la ventana con cuidado y apartó la cortina. Sus ojos se abrieron de par en par cuando vio a un grupo de hombres armados moviéndose en la oscuridad, como
sde fuera. Se giró y corrió hacia la habitación de sus padres, sin preocuparse p
ndo rápidamente–. Están aquí.
se cubrió la boca para ahogar un grito, y sus ojos se llenaron de miedo. La casa e
ión. Sus ojos estaban decididos, pero también llenos de dolor. Sabía que
trampilla oculta en el suelo de la cocina, revelando un túnel que había cavado en secreto durante meses. Era su última cart
nel te llevará hasta el bosque. Jorge estará esperando allí para ay
do libremente ahora. El peso de la despedida era demasia
deteniendo cualquier protesta. La fuerza de su abrazo era lo úni
revive. Eso es lo
. Las lágrimas caían de sus ojos, pero se obl
este mundo –dijo, con la voz
edo se apoderaba de ella, pero sabía que no podía fallar. Tenía que seguir adelante, no importaba lo que dejara atrás. El túnel era un laberinto de
atorio de que estaba viva, pero también de lo frágil que era. Se levantó, jadeando, y siguió corriend
amenaza de lo desconocido, y las sombras de los árboles se alzaban como guardianes sin alma. Kaira sabía que este