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Kaira, una joven que ha sobrevivido a un pasado devastador y marcado por traiciones, logra escapar de las garras de un destino lleno de violencia. Sin embargo, su nueva vida no será sencilla, ya que los fantasmas del pasado aún la persiguen. En su camino hacia la reconstrucción, encuentra el amor de la forma más inesperada: en el hijo del hombre que destruyó su mundo. Ahora, Kaira deberá enfrentarse a una compleja red de poder y seducción, mientras lucha por reconstruir lo que perdió y busca justicia sin perderse a sí misma en el proceso.
El sol apenas despuntaba en el horizonte, tiñendo el cielo de tonos anaranjados y rosados. El aire fresco de la mañana entraba por la ventana abierta de la habitación de Kaira, pero no lograba calmar el temblor que recorría su cuerpo. Sentía una opresión en el pecho, como si un puño invisible se apretara más con cada respiración. Su corazón latía con fuerza, resonando en sus oídos como un tambor de guerra, y cada latido le recordaba lo poco que quedaba de su vida tal como la conocía.
Se levantó de la cama con movimientos lentos, sintiendo que sus piernas eran de plomo. El miedo era como un nudo en su estómago, apretando con cada paso que daba hacia las escaleras. Bajó lentamente, sus piernas tensas como si el suelo pudiera desmoronarse bajo sus pies en cualquier momento. Cada crujido de la madera era un recordatorio de la fragilidad de su hogar, un grito en el silencio de la casa que parecía anunciar la inminente catástrofe.
Cuando llegó a la cocina, vio a su madre, Vanesa, de espaldas, removiendo los huevos en la sartén con movimientos mecánicos. Los hombros de Vanesa temblaban ligeramente, y el cuchillo que usaba para cortar el pan se detuvo en el aire por un segundo, como si incluso las tareas más simples fueran una carga abrumadora. El aroma de los huevos fritos llenaba la habitación, pero no había calidez en el ambiente, solo una sensación de angustia que Kaira no podía sacudirse.
Kaira se acercó, y el miedo se manifestaba en sus manos sudorosas, que se aferraban con fuerza a la tela de su pijama. El calor del hogar, que alguna vez había sido su refugio, ahora solo parecía una ilusión.
–Mamá, ¿estás bien? –preguntó, intentando que su voz sonara estable, pero no pudo evitar el temblor. Sus palabras parecían romperse en el aire antes de llegar a los oídos de Vanesa.
Vanesa se giró, y por un momento, el intento de sonrisa en su rostro fue más un reflejo de un corazón roto que de esperanza. Sus ojos estaban enrojecidos, como si no hubiera dormido en días, y las líneas de preocupación en su rostro parecían más profundas que nunca.
–Todo estará bien, mi amor –dijo Vanesa, pero el tono de su voz era débil, como si el peso de aquella mentira la estuviera aplastando. La mentira se sentía pesada, algo que Vanesa no podía ocultar, a pesar de sus esfuerzos.
Kaira mordió su labio inferior, el sabor metálico de la sangre llenando su boca. Quería creer a su madre, quería aferrarse a esa ilusión de seguridad, pero los ojos de Vanesa decían otra cosa. El miedo de Kaira se sentía como un frío helado en su estómago, un miedo que no entendía del todo pero que sabía era real, tan real como el hecho de que algo terrible se avecinaba. El silencio entre ellas era una prueba de lo que ambas temían decir en voz alta.
En el despacho, Alonso estaba inclinado sobre un mapa gastado del pueblo, sus dedos trazando las rutas de escape que había memorizado desde hacía semanas. Jorge, su amigo de la infancia, estaba de pie junto a él, con los brazos cruzados y la mandíbula apretada. Había una sombra de incertidumbre en sus ojos, pero también una determinación nacida del amor y la lealtad.
–Mañana –dijo Alonso, con la voz áspera y llena de determinación–. Kaira debe irse mañana. Ya no tenemos tiempo. Cada palabra parecía pesar una tonelada, y Alonso sentía el peso de la decisión aplastando su corazón.
Jorge tragó saliva, y sus ojos se llenaron de una mezcla de incredulidad y tristeza. Conocía a Alonso desde que jugaban juntos en las calles polvorientas de aquel mismo pueblo, y ahora estaban discutiendo cómo salvar a su hija de un destino incierto. Los recuerdos de su infancia parecían un sueño lejano, algo que había quedado atrapado en un pasado irrecuperable.
–¿Estás seguro de esto? –preguntó Jorge, su voz apenas un susurro–. No hay vuelta atrás una vez que se vaya.
Alonso miró a su amigo, sus ojos oscuros y cansados pero llenos de una resolución inquebrantable. La culpa y el miedo se reflejaban en sus rasgos, pero también la convicción de un padre dispuesto a todo.
–Prefiero que esté lejos y viva –dijo Alonso, sintiendo el peso de cada palabra como una piedra en su pecho–. Aunque nunca la vuelva a ver, a perderla aquí. La desesperación se mezclaba con el amor, creando una fuerza que lo impulsaba a seguir adelante, sin importar el costo.
Jorge bajó la mirada, y el silencio que siguió fue como un cuchillo que cortaba cualquier esperanza restante. Sabía que Alonso tenía razón, pero la realidad era un enemigo que ninguno de los dos había podido vencer. La impotencia los rodeaba, como un espectro que se negaba a dejarlos en paz.
Kaira, mientras tanto, ayudaba a su madre a poner la mesa. Sus manos temblaban, y casi dejó caer un plato al suelo. Los pensamientos corrían en su cabeza como un río imparable. ¿Qué sería de su vida una vez que se fuera? ¿Qué pasaría con su madre y su padre? Se esforzó por mantener la compostura, pero el miedo estaba ahí, como un animal salvaje acechando en la oscuridad.
Vanesa observó a su hija y sintió cómo el corazón se le rompía. Se acercó y puso una mano en el hombro de Kaira. El tacto era cálido, pero frágil, como una promesa a punto de romperse.
–Sé que esto es difícil –dijo, sus palabras temblando en el aire–. Pero quiero que sepas que siempre estaré contigo, aunque no pueda estar a tu lado. El amor de una madre era lo único que podía ofrecer en ese momento, y Vanesa sabía que no era suficiente.
Kaira asintió, apretando los labios. No quería llorar. No podía permitirse el lujo de derrumbarse. El peso de la despedida se cernía sobre ella, amenazando con aplastarla.
En ese momento, un ruido extraño rompió el silencio. Un coche arrancando en la distancia, el crujir de las ruedas sobre la grava. Kaira sintió cómo se le aceleraba el corazón, y miró a su madre, que también había escuchado el sonido. Vanesa intercambió una mirada con Alonso, quien apareció en el umbral de la puerta, con el rostro sombrío. El peligro se hacía más real con cada segundo que pasaba.
–¿Qué fue eso? –preguntó Kaira, su voz apenas un susurro.
Alonso apretó la mandíbula. La preocupación en sus ojos se hizo más profunda, y sus manos se tensaron alrededor del rifle que tenía al alcance.
–Probablemente es uno de ellos, patrullando –respondió, con los ojos entrecerrados–. No nos queda mucho tiempo.
Kaira se asomó por la ventana, y su respiración se cortó al ver un vehículo negro aparcado a poca distancia. La figura de un hombre estaba en la sombra, y parecía estar observando su casa. El frío helado en su estómago se hizo más intenso, y supo en ese momento que el peligro estaba más cerca de lo que había imaginado. La amenaza ya no era algo lejano, sino algo tangible que podía destruir todo lo que amaba.
La vida era un lecho de rosas para Debra, la hija del Alfa, hasta que tuvo una aventura de una noche con Caleb. Estaba segura de que él era su pareja designada por la Diosa de la Luna. Pero este hombre odioso se negó a aceptarla. Pasaron semanas antes de que Debra descubriera que estaba embarazada. Su embarazo fue una vergüenza para ella y para todos los que amaba. No sólo ella fue expulsada, sino que su padre también fue perseguido por los usurpadores. Afortunadamente, sobrevivió con la ayuda de la misteriosa Manada Espina. Pasaron cinco años y Debra no supo nada de Caleb. Un día sus caminos se volvieron a cruzar. Ambos estaban en la misma misión: llevar a cabo investigaciones secretas en el peligroso pueblo de Roz por la seguridad y la posteridad de sus respectivas manadas. Caleb todavía se mostraba frío con ella. Pero con el paso del tiempo, se enamoró perdidamente de ella. Intentó compensar el abandono de Debra, pero la chica ya no lo quería. Estaba empeñada en ocultarle que tenían una hija y también en hacer una ruptura limpia. ¿Qué les deparaba el futuro a los dos mientras viajaban por el pueblo de Roz? ¿Qué tipo de secretos encontrarían? ¿Caleb se ganaría el corazón de Debra y conocería a su adorable hija? ¡Descúbralo!
-Nuestro amor nos llevará a terminar como Romeo y Julieta. - ¿Juntos? - ¡No! Muertos. -Tú siempre tan romántica. -Y tú, tan estúpido. -Ya hablo doña perfecta. -Aunque te cueste reconocerlo, así que no pienso seguir perdiendo mi tiempo contigo. Me retiro antes de que se me pegue lo malo, con permiso joven Sanz. -Hasta nunca B-R-U-J-A fea. Espero que choques en tu escoba voladora y te destroces el rostro para no volverte a ver la cara de mustia amargada que tienes. -Qué tus buenos deseos se te multipliquen insecto -grito la chica al salir corriendo de la casa para tratar de llegar lo más pronto a la parada y alcanzar el último autobús que la llevaría de regreso a la Universidad de Barcelona, donde estudiaba. Esto era tan solo una pequeña pelea a la que se tenía que enfrentar cada vez que se encontraban en la residencia de la familia Sanz o donde coincidieran, en donde había sido contratada como niñera del menor de los hijos de la familia. - ¿Podrás algún día dejar tranquila a "Mi Vale"? Sigue por ese camino y me voy a asegurar que papá te quite todas las tarjetas, congelé todas tus cuentas y de pasada te ponga a trabajar para que dejes de estar molestando a mi chica. - ¡Mocoso! Nadie pregunto tu opinión, ¡Cuidado y abres la boca o me desquitaré contigo! Deberías de estar de mi lado y no de un espantapájaros como ese que no es parte de tu familia y a duras penas conoces. -Mira, quien habla, el chico más estúpido que puede existir en toda la ciudad, si no fuera por tu cara bonita, nadie se fijaría en ti. Te aseguro que en esa cabeza no hay ni gota de masa encefálica de la cual puedas presumir como ella. - ¡Basta! Lárgate a tú cuarto o voy a acabar contigo en menos de un segundo. - ¡Huy! Ya se enojó el niño bonito. Te estaré vigilando, no vuelvas a molestar a Vale. Si ella se marcha por tu culpa, me aseguraré de cumplir todo lo que te he dicho y sabes que no bromeo HER-MA-NI-TO. ¿Quién se atrevía a desafiarlo de esa manera? ¡Claro!, otro Sanz, uno que por lo menos conocía el amor y respeto a las personas sin importar su clase social o personalidad. Para este chico todas las personas eran iguales, hasta que demostraran lo contrario.
"Estaremos casados por sólo un mes. Después de eso, nos divorciaremos de inmediato". A pesar de que su bisabuelo había arreglado su matrimonio antes de nacimiento, él no creía que una mujer tan informal y movida como ella merecía ser su esposa. Poco sabían en aquel entonces que estaban destinados a estar juntos. Hiram, el CEO joven y apuesto que nunca sintió atracción por ninguna mujer, y Rachel, la belleza que de alguna manera traía mala suerte a todos los hombres con los que salía, se casaron, contra todo pronóstico. ¿Qué será de su vida de matrinomio?
Lenny era el hombre más rico de la capital. Estaba casado, pero su matrimonio no tenía amor. Accidentalmente tuvo una aventura de una noche con una extraña, por lo que decidió divorciarse de su esposa y buscar a la chica con la que se acostó. Juró casarse con ella. Meses después del divorcio, descubrió que su esposa estaba embarazada de siete meses. ¿La mujer lo engañó? Scarlet estaba buscando a su esposo, pero, por error, los dos pasaron una noche apasionada. Sin saber qué hacer, se escapó presa del pánico, pero luego descubrió que estaba embarazada. Justo cuando estaba lista para explicar lo que le había sucedido a su esposo, este le pidió el divorcio. ¿Descubriría Lenny que la extraña chica con la que se había acostado era en realidad su esposa? Más importante aún, ¿su matrimonio sin amor mejoraría o empeoraría?
Todo el mundo pensaba que Lorenzo quería de verdad a Gracie, hasta el día de la operación de corazón de su hija. Para sorpresa de Gracie, Lorenzo donó el preciado órgano que necesitaba su hija a otra mujer. Desolada, Gracie optó por el divorcio. Impulsada por su necesidad de venganza, Gracie se unió al tío de Lorenzo, Waylon, y orquestó la caída de Lorenzo. Al final, este se quedó sin nada. Consumido por el remordimiento, él suplicó por una reconciliación. Gracie pensó que era libre de seguir adelante con su vida, pero Waylon la retuvo con un abrazo. "¿Pensaste que podías abandonarme?".
Ellos no saben que soy una chica. Todos me miran como si fuera un hombre, un príncipe. Su especie compra humanos para satisfacer sus lujuriosos deseos. Y cuando ellos llegaron a nuestro reino para llevar a mi hermana, intervine para protegerla. Fue así como ellos también terminaron comprándome. El plan era escapar, pero mi hermana y yo nunca tuvimos una oportunidad. ¿Cómo iba a saber que nuestra prisión sería el lugar más fortificado de su reino? Se suponía que debía quedarme en el anonimato, pues no tenían un uso para mí. Solo era alguien a quien nunca debían comprar. Pero entonces, el hombre más poderoso de la salvaje tierra, su despiadado rey bestia, se interesó por ese "principito bonito". ¿Cómo podremos sobrevivir en este reino brutal, donde todos odian a los de nuestra especie y no tienen piedad de nosotros? ¿Y cómo puede alguien, con un secreto como el mío, convertirse en una esclava sexual? Nota del autor: es una novela de romance oscuro, apta solo para mayores de edad. Espera varios temas sensibles, como la violencia. Si eres un lector experimentado de este género, buscas algo diferente y estás preparado para entrar sin saber qué es lo que te espera, ¡entonces sumérgete en esta aventura! . De la autora del bestseller internacional "La Esclava Más Odiada Del Rey"