cedía c
staba de
ión... El amor y el pacer iban de la mano. Pero en mi vida, no lograba obtener placer por medio de l
enos, había logrado calmar mi sedienta sed, pero ahora el sentim
un Celsius, con un pequeño pastelito simple, acomodado al lado del escritorio y al lado izquierdo los documentos importantes que debe revisar en orden de importancia.
l que Blaz, un chico flacucho y joven, era un poco torpe, pero aprovechaba cada oportunidad para hacerse notar frente al señor Hoffmann. Su trabajo consistía en ayudarme en el mío, r
de su café, seguidamente arrugó la nariz con desagrado y luego nos observó a los tres. Su secretaría parecía cansada y a
boca -lo siento, señor, lo pedí igual que siempre... Les e
el ego en alto. Consigo traía dos vasos de tamaño normal de Starbucks -sie
mi compañero le ofrecía, no lo bebió, pero tampoco
anza y exhalando todas mis preocu
debe presentarse a la reunión familiar, organizada por Herman, su primo,
, yo jamás dejaría mi trabajo por algo tan irrelevante como una fiesta de cumpleaños, pero esa, es solo mi humilde opinión -dijo él con desprecio, cruzando su mirada tan solo unos segundos conmigo -pero bueno, el día de hoy -pasó rápidamente las hojas de su libretirme a mi casa. Solo faltaban dos días para que mi hermoso cuerpo probara unas merecedoras vacaciones
pró los boletos de avión, reservó una habitación en el hotel y todo listo p
e trabajo, pero no podía hacerlo. Debía pagar la prestigiosa universidad de mi hijo, su apartamento y en unos meses el auto que él deseaba tener. Blaz, me miró
ro en seguida lo hago, usted y su esposa se h
tal
o entender todo lo que sucedía ¿mayor? - me adelanté a la situación y no es por ofender, pero sabía que eso sucedería. Compré dos boletos en primera clase a Francia, que e
El señor Hoffmann sorbió un poco de su café, acto seguido
onante, tal vez, Blaz tenga razón, el tren se te está yendo, es una lástima eras una de mis mejores trabaja
beza me hizo salir detrás él. Pensé por un momento que lo decía probablemente sería mentira, pero c
jefe - cuando vuelva no quiero verte aquí -las puert
te día se declaraba
oy muy sensible y controlarme resultaba todo un reto. Me dirigí a casa, las calles no estaban tan concurridas, aún
Subí la velocidad y auto negro me imitó, no lograba mirar de quien se trataba, pero el miedo me hacía titiritar y temer lo peor. El corazón me palpitaba veloz provocándome un sudor de
etrovisor, dos hombres con gafas
La policía lamentablemente era corrupta y el acercarme a una comisaría, podría significar mi muerte a manos de los homb
s vueltas a la manzana y cuando estuve segura de que los dejé lo suficientemente atrás estacioné mi automóvil, dejando
para gritar auxilio
auto acercarse peligrosamente. Tomé con fuerza el pomo, antes de percatarme del sobre de