ás lentos y débiles, no pude continuar más, necesitaba un descanso, me detuve a tomar aire mientras apoyaba mis manos en las rodillas, los sonidos de la
a avanzar cuando otro hombre apareció frente a mí, su rostro estaba tan cerca del mío que sin duda pude notar esos ojos completamente negros
o con la mía el sonido de algo siendo consumido por llamas ardientes llegó a mis oídos, él alejó
un rugido extraño llegó a mis oídos acompañados de pisadas a toda velocidad tras mi espalda, juraría que se me heló la sangr
silueta entre la niebla era cada vez más clara, no podía creer mi mala suerte, pero para ser sincera había estado huyendo durante varios años, sabía que tarde
erente tras mi espalda me hizo ponerme rígida y al atacante parar en seco. Por encima de mi cabeza otro lobo se paró f
amente ignorando las punzadas de dolor que me enviaban mis rodillas, no recordaba que el camin
con un poco de alivio, de pronto todo estaba sumido en un completo silencio, la calle se había quedado muda de p
ente agitada, con la espalda aún en la puerta me deslice hasta llegar al suelo y abrazar mis rodillas, cerré los ojo
uerer salirse de nuevo, no tenía idea de como reaccionar, que hacer o que pensar después de lo
el frío piso de concreto me recorrió una sensación de dolor y no pude evitar que un quejido escapara de mis labios, cerré los ojos con f
y fui a la cómoda en donde estaba la televisión para abrir sus cajones y tomar mis pocas
n la alacena (en su mayoría golosinas) para meterlas en la otra mochila, una vez terminando con todo me senté
el rostro para darme cuenta de que la pantalla de la TV se encontraba apagada, me puse de pie y acerqué al aparato, intenté encenderlo, pero no respondía, me fui asomar
ventana abierta en la noche, los m
e aferrándome al filo de la cómoda. El hombre misterioso que había mirado en la
os, llevaba un pantalón negro y botas oscuras, tenía unos escalofriantes ojos grises como la niebla, su cabello era un tanto largo y oscuro como el
esar todos los sucesos repentinamente impredecibles, él avanzaba de una manera lenta y acechadora, me sentía en peligro, aún más que cuando estaba en la cal
r que emanaba su pecho contra mi espalda era abrasador, me quedé tiesa y rígida al sentir que pasaba
al gato... no debiste de habe
mano viajo con rapidez a mi rostro, tenía una tela oscura que cubrió mi boca y nariz, su aroma era extraño, mientras más lo re