privacidad y la música no sonaba tan alta. Nos sentamos el uno al lado del
icor junto a dos vasitos por pedido de
azón y disipando los nervios que en ese momento amenazaban con adueñarse de mí. No sé por qué me sient
y tranquilidad-. Entonces, Margot, ¿qué puedes contarme de ti? -me mi
zón se aceleró de más tras ver mi
er como si el alcohol se tratara
su espalda del espaldar sin dejar de observarme con aten
ónde está
a que tenía una pareja. Dime dónde está para
la botella y sirviéndome
ada ibas del brazo de una mujer. No hay nada más horribl
ca para que pasemos el tiempo juntos y tampoco la negaría. Los hombres podemos tener amig
ra tu pareja porq
claro, bebiendo su trago de golpe
olores a mi alrededor. Estoy atada a esta vida, cuando lo que
se creerme que podía ser diferente cuando las personas estaban a mi alrededor y me hacían que hacía parte de ellos y no como una mujer incomplet
botella-. En lo que yo me bebí un solo tr
o por el brazo-. Creo que fue un error haber aceptado beber contigo. Es c
adeza la lágrima que se deslizó por mi mejilla-. Supongo que estás así por tu esposo, ¿verdad? Es decir, están separados, pero todavía se
¿o sí? No tienes derecho alguno para hablar s
ceptaste sin titubear aun cuando eres casada y amas a tu esposo. Nunca he hablado mal de una mujer y jamás lo haré, pero que le hayas aceptado la invitación a un tipo que
mi cuerpo temblaba sin control. Sentía las lágrimas al borde de mis ojos y no precisamente porque me
me golpe
erte en donde nad
d te dolió más de lo qu
xploté, llamando la atención de las personas a nuestro alrededor por lo fuerte qu
me topo con
mirándome con una intensidad que terminaba de descolocarme. Me sentía indefensa y que el hombre
ceptado y tu moralidad saliera a flote después -murmuró cerca de mi rostro- No hay nada más horrible que una persona que
ace muchísimo no me hacían sentir con tan solo una mirada. No debí permitir que esos sen
l amor a tu esposo perdure y no fallezca con la presencia de otro -dio m