Sin embargo, esa tarde, todo cambiaría. La puerta estaba entreabierta y, al entrar, el sonido de risas la detuvo en seco. Con el
o Valeria apareció en el umbral. La sensación
voz tembló, pero la determi
oso juego de manos,
desvanecieron ante la mirada penetrante de ella. Sofí
divirtiéndonos -contestó con un desdén que hizo q
luir por sus mejillas, cada
¡Con mi novio! -La rabia y la tristeza se entrelazab
on alguien como yo -dijo Lucas, su voz cargada de arrogancia. Era como s
el mundo se desmor
n susurro quebrantado-. No solo me traicionas,
s, dio un paso atrás,
que no me respete. Espe
de lluvia la recibieron como un abrazo helado, pero en su corazón, había una chispa de determinación. Sabía q
a sí misma que no permitiría que el dolor de ese día definiera su futuro. Valeria se march
*
imas. No tenía a dónde ir, a nadie que la esperara. La desolación la envolvía como una manta fría. D
donde pasar la noche. Después de un par de horas de búsqu
leria a la recepcionista, una mujer de
onista-. Pero si quieres quedarte más
e le quedaba, podría estar allí un par de días, pero
a noche -dijo, sintiendo una
ión, un pequeño espacio con una cama y una ventana que daba a un callejón. S
n latiendo fuertemente, salió a buscar trabajo, consciente de que debía ocultar su embarazo si qu
en la ventana de una cafete
urmuró para sí
ecién hecho impregnaba el aire. Se acercó a la barra do
ajo -dijo Valeria, tratand
eguntó la joven, limpiánd
ó Valeria, forzando una sonrisa-. Pero en re
arriba a abajo, ev
idad. Pero debes saber que aquí se
ria, sintiendo que la esperanza
ho. Pero, por favor, no me digas que estás embarazada,
sintiendo un nu
da -dijo, aunque sabía
a so
ntonces, nos
rseguía. ¿Qué pasaría cuando se notara su embarazo? Sin embargo, ahora tenía una misión: cuidar de sí misma y de la peque