de truenos, y las luces parpadeaban apenas perceptibles. Sebastián Leduc permanecía inmóvil junto al ventanal de su despacho, observa
puerta lo arrancó
in apartar la vis
bajo el brazo y su usual expresión de determinación, esa que parecía desafiar al mundo e
, aunque en su tono no
La mirada de ella se cruzó con la suya, y por un instante el aire entre ambos pareció
ncipal antes del amanecer -continuó Elena, avanzando ha
sobre la mesa co
queó una ceja, cru
estello de desafío en sus ojos-. Si encuentras algo que
a esa manera de enfrentarlo, de desafiarlo en un mundo donde nadie más se
el diseño original del arco? -preguntó,
ndo costos sin comprometer la estructura. Pero claro, si prefie
oscuros examinándola con una intensidad que hizo
a para todo, Soler? -murmuró
brazos, sostenié
ando ten
les, pero ninguno de los dos parecía notarlo. Era un duelo sin palabras, una batalla d
nó hacia el ventanal. Su silueta, iluminada por los d
ería de tu carrera si dejaras de lado tu id
de tu imperio si dejaras de lado tu ambic
eve, seca, y finalme
Soler. Debe
adules, Leduc. No
hacia ella, deteniéndose a
un hecho. Y eso es lo
runció
ué es lo que t
acerme cuestionar mis
a sinceridad en su voz. Había algo diferente
algunas de ellas están equivocadas -
bservó por un
ta de ti? -preguntó, da
ero se detuvo cuando su espalda cho
ó, su voz apen
ntir cosas que n
ía de Sebastián, su mirada intensa y la grav
decir, pero él levantó
estás pensando. Esto no
te. No pue
trás, pasando una mano
ue su voz estaba cargada
intentando recupe
compromiso, mi carrera.
ndos, el único sonido en la habitación fue el go
ue importa ahora. Todo
una mezcla de al
cruzarse de brazos-. Ento
soltó una
más fácil de lo q
lanos y comenzó a e
omo tú, debería
uelta, Sebastián la detuvo, col
le
un instante se vio atrapada
difícil que es mante
no con cuidado, ap
es -dijo con firmeza, antes de girarse y dirigi
de la habitación, dejando tra
u atención. Todo lo que podía pensar era en Elena, y en cómo esa muje