los ecos de lo ocurrido con Sebastián Leduc aún resonaban. Había repasado cada palabra, cada mirada, cada segundo de esa intensa conversación en
ante de los trabajadores era una especie de refugio. Aquí no había espacio para pensamientos complica
na temporal -gritó uno de los superv
da que servía como oficina para los arquitectos y los ingenieros. Dentro, encontró a un
y Mateo Vargas, representante de Arcadia
ó su mano con
e Leduc Enterprises? -preguntó, sin m
i estuviera acostumb
abajo. Es impresionante, realmente. Su visión arquitectónica es única, y
os, apoyándose en el
que si lo es, está perdiendo el tiem
igeramente, como si hubie
e el doble de su salario actual, además de un puesto directivo en nuestro equipo de diseño.
dora, eso era innegable. Pero sabía que no era solo su talento lo
chando los ojos-. ¿Por qué están
tó una br
papel en *Eterna*. Sabemos que usted es una de las figuras clave en ese pro
-Elena levantó una
ta, su sonrisa desvan
s tienen consecuencias. He oído rumores, señorita S
e le escapaba de los pulmo
qué está
esos rumores llegaran a oídos de las personas equivocadas. Sebastián Leduc no es precisamente cono
ños, pero se obligó
tá amen
presentando las opciones. Puede venir con nosotros y evitar cualquier...
ndo cada palabra, cada gesto. F
ácil de intimidar. Y que si intentan algo, se
or su respuesta. Luego, con un leve enco
recuerde: las puertas de Arcadia s
que no podía tomar a la ligera esa amenaza. Si alguien comenzaba a investigar demasiado, podría descu
*
ontró revisando unos documentos, su expresión tan severa como siempre. Pero algo en sus ojos cam
puente? -preguntó sin levan
espondió Elena, manteni
ncio se prolongó, cargado de una tensión que ambo
visita de Arca
ián levantó la mirada, sus oj
a? ¿Qué
Con una oferta bastant
ño, sus labios apretánd
que su tono dejaba claro qu
tó una br
ada. Pero no se trataba solo de un
ó de su silla, sus
azarte
rumores... so
bastián cruzó la habitación hasta queda
un arma contra mí. Si Arcadia inte
u voz. Había algo profundamente protector en su p
á en juego mi reputación, mi carrera. Si estos ru
-dijo con firmeza-. Y si lo hacen, me encar
la cabeza, dand
uería evitar. Este tipo de co
un paso hacia ella-. ¿Sentir algo? ¿Importarnos el uno
esto solo nos ha
su respiración pesada. Finalm
ero tampoco puedo fingir que no me importas
menazaban con desbordarse. Quería creerle, quería confiar
na, Sebastián. No sé si p
o, acariciando sua
ostrarte qu
rmitiendo que su rostro se inclinara hacia su toque. Per
uí. No
ada llena de una mezcla d
Pero esto no
antes. Mientras caminaba hacia el ascensor, no podía evitar preguntarse cuán