ia, me sentía demasiado cansada pero no tenía opción. Esa lavada me permitió conseguir el alimento para mi madre, así que no podía simplemente negarme y lave muc
qué hacer después. Dejé todo listo, pero justo cuando estaba por relajarme, la puerta
tra- replico con esa vo
le solté, sin es
sta la cama. A mi lado, la pequeña lámpara. La a
ro que te golpeo -le adve
una ris
lo quería charlar contigo, ya s
itir -lo corté-. Soy capaz de todo con tal
encia. En varias ocasiones intento ab
gún día alguien te la va a ca
laban, pero me
un e
ió de repente-. Deja a tu m
ré co
dula-. ¿Cómo puedes decir eso? Ca
n la cabez
e... Eres mujer. Además, que tiene si te vi cre
earé -le dije, alzando la lámpara como advertencia-.
ió, mal
de opinión, eres una estúpida, deberías agra
tú. Tienes más de 30 años y t
on desdén-. Ni que fueras una niñ
dejé t
ritaré! Los vecinos
por un segundo antes de
Nos vamos lejos, deja que mi padre y tu madr
líos de tu padre. Nunca la dejaría por a
ió a ca
Estaba harta, agotada. Quería huir de esa casa, de
egó la tarde, mi padrasto Jonathan regreso y co
ar? -me preguntó como si y
mi madre, mañana se l
mo le vas a dar esa
dije, conteniendo la ira-.
e quejó, acercándose
é comer -le
levantó la mano, listo para gol
s que tu madre y yo vamos a seguir trabajando todo el tiempo? Las negras
sde que mi madre empezó a ganar bien. Le
a -espetó, enoja
e recordé-. Es la
mejorado
iscutiendo con mi padrast
ya sabes
er con tantas cosas. Me senté en la cama, agotada, y cerré
nté la Avena, y hice tortillas, cuando finalice, me preparé rápido, a
tí cohibida. Subí en
lanzó una mirada de re
nos y tu padrastro te están hostig
gí de h
voy a hacer?
cae mal... Si él supiera lo que su padre ha dicho a mis hermanastros, que quiere
No me pueden hacer daño, me
ola contra tres hombres.
nuel? No lo soy. Puedo defenderme,
sin decir
e dirigí directamente a la habitación de mamá.
el medico me devolvió e
bras, aunque me pidió que siguiéramos vigilando su presión los próximos días. Mamá me miró y me sonrió
la escuela
le respondí,
bajando de nuevo-, me dijo
tas para los vecinos-,
e quiero mucho, mi niña preciosa. No quiero verte así.
á bien.-Me detuve antes volver a hablar - Mama quiero qu
hablemos de eso. Tú sa
espedí porque tenía que terminar de lavar unas sábanas para uno de mis vecinos. Eran más de las siete de la noche cuando cogí el metro de v
limusina estacionada. El miedo me invadió. Rápidamente, me
sea, pero por
ro, temblando, dijo en voz baja: -Si quieres... te la entrego a ella.
o? Abrí los oj
eer lo que estaba escuchando! Mi padrastro estaba dispuesto
é se tr
ero se acercó, quit
ela, como compension por la deuda?-, pr
la- murmuró
mencionó
ero otro hombre m
al coche- orden
caían por mis mejillas. Jonathan firmó un papel sin dudar, y
go hacia el desconocido quien no dej
sos si sigues pidiendo más-
cercó, me miró a los ojos y me hizo un gesto de silencio. Mi cuerpo temblaba de miedo y desesperaci