, los Villeneuve eran una familia que inspiraba tanto respeto como temor. Dueños de extensas tierras y fortunas incalculables, controlaban
principios, firme en su trabajo como agricultor, mientras su madre, Alina, se encargaba de mantener el hogar lleno de amor. Su hermana menor, Maia,
de la habitación, seguido por Alina, ambos con expresiones de alarma. Elian, curioso y asustado, se asomó al pasillo. Vio a Laurent enfrentarse a un grupo de hombre
ent -dijo Jacques con una calma glacia
neraciones. No pienso cederlas -respondió La
aron sobre él, inmovilizándolo mientras Alina gritaba en vano. Elian, paralizado, observó cómo los extraños destruían el mu
de aquí -les dijo Alina, con lágr
ndió él, abrazando
chó los gritos de su madre, los golpes y, finalmente, el rugido de las llamas que comenzaron a devorar la casa. M
izas. La casa, su hogar, había desaparecido. En medio del desastre, una figura se destacab
a la niña -dij
erponiéndose entre Maia
lo sin aliento. Maia gritó y lloró, pero no pudo hacer nada mientras era lle
e cuando alguien desa
zas llenando sus pulmones. La pérdida y el odio se entrelazaron
urró-. No importa cuánto tiempo me lle
ano, subsistiendo con lo poco que encontraba. El hambre y el frío lo acosaban, pero lo peor era
no. Los Villeneuve eran demasiado poderosos, y nadie quería arriesgarse a desafiar su ira. Elian aprend
En una de esas noches, contrajo una fiebre que lo dejó al borde de la muerte. Sin embargo, algo dentro de él se negó a rendirse.
de la calle que intentaban arrebatarle lo poco que tenía. Se ganó la vida haciendo trabajos ocasionales, desde limpiar establos hasta
ocios. Supo que Maia había sido adoptada por la familia y criada como una de ellos. Esa noticia lo llenó de emociones encont
ligencia y astucia pronto lo destacaron. Aprendió a negociar, a infiltrarse y a luchar. Los contrabandistas se convirtieron en su nueva fam
de un tren, Elian fue traicionado por uno de los suyos. La emboscada casi le costó la vida, pero logró es
bía construido una red de contactos en el bajo mundo de Eridia y había comenzado a planear su venganza. Sabía que no podía enfrentarse a los Vil
ordatorio de todo lo que había perdido y de lo que aún tenía por ganar. Aunque el futuro
no que él mismo estaba forjando. No importaba cuánto tiempo le llevara ni cuántos s