des
ededor del cuello y miró a su alrededor, sintiendo una mezcla de emoción y temor. A su lado, Samuel, su hijo de cuatro
edificios! -exclamó, señalando
a dejado atrás su vida en Canadá con la esperanza de un futuro mejor, aunque la incertidumbre la invadía. Apre
entura? -preguntó Clara, a
espondió josabet con una lev
tenía un aire acogedor, con paredes blancas y ventanales que dejaban entrar la luz del sol. Samuel corr
-dijo Josabet mientras dejaba la
ondió el niño con u
eva cama, Josabet y Clara se sentaron en la pequ
dijo Josabet, exhalando un suspiro cargado de nerviosismo-. No s
s una excelente aeromoza. Ellos tendrían suerte d
no pudo evitar sentir u
ensando en
arias expresiones de é
positivo, dejemos
es lo
shb
o la voz al otro lado del teléfono-. Hemos revisado su hoja de vida como aeromoza y estamos i
rpadeó, so
ue dice? -preguntó, sin pod
encaja perfectamente en nuestro equipo. Podría
aún procesando la rapidez de los aco
a Clara con una e
un puesto de aero
una carcajad
as algo mejor! Este es el c
et. No podía evitar preguntarse si su contratación tan inmediata era si
l flas
ente edificio de Lester Airlines. La recepcionista le indicó la oficina de Recursos Humanos, donde dejó su so
azón latía con fuerza, pero su rostro no dejaba entrever ninguna señal de nerviosismo. Sabía que ese día conocería al dueño de la aerolínea, el
cionado y el tenue aroma a cuero de los sillones creaban una atmósfera de concentración absoluta. Cuando la puerta se abrió con un clic suave, Mateo levantó la vista con la intención de dar una mirada f
ria. Su cabello rubio, ahora recogido en un moño estricto, enmarcaba un rostro que el tiempo había esculpido con elega
rte del equipo de vuelo de su jet privado -dijo Laura Espinoz
gesto de cortesía que no lograba ocultar la firmeza de su po
uipo, señor Lester. Haré mi trabaj
resión. Buscaba algún rastro de reconocimiento, alguna señal que confirmara su
lado, ocultando la turbulencia de emociones que lo invad
uchos mostraban al estar en presencia de Mateo Lester. No era la primera vez que trataba con hombres p
sutil tensión en el ambiente, la electri
vuelo con el señor Lester. Le
so atrás, esperando la señal para retirarse, sin
, de prolongar aquel encuentro fugaz. Pero se contuvo, a
más de lo necesario, como si esperara que ella volviera a aparecer. El eco de su voz
ado. Hasta que estuvo en un lugar segundos. Su corazón latía rápido, por la presencia de
a tener más tiempo con su hijo, que no se dedico a buscar e
. Dejó su bolso de cuero en el sofá, sintiendo el frío del material contra su piel, y se dirigió a la cocina, donde Clara prep
amó Josabet, con la voz temblando, sus ojos br
cuchara de madera sobre la encimera, sint
la entrevista? -preguntó Clar
onrió, pero su alegría se desvaneció rápidamente, c
, frunciendo el ceño, sinti
s idéntico a Mateo el... -susurró Josabet,
omo platos, su mandíbu
ura? -preguntó Clara,
et, con la voz temblando-. Sus ojos
pantalla se llenó de fotos y artículos sobre el magnate, su rostro serio y penetrante ocupando la pantalla. Josabet seahogada, sintiendo las lágrimas pica
losa. Josabet se dejó caer en una silla, sintiendo la dureza de la madera cont
dida en el suelo de baldosas, sintiendo un torbellino
posando una mano en su hombro, sintiendo la tensión en sus músculos
para él como si nada hubiera pasado? -preguntó Josabe
d, sintiendo la necesidad de proteger a su amiga-. Necesitas ese trabaj
azón. Pero la idea de tener que ver a Mateo todos los días, de tener que fing
ordándole los días que pasaron juntos en Río de Janeiro, la pasión que compartieron, el hij