ilencio durante unos minu
una calma y tranquilidad inquebrantables, como si en cuesti
firmaré ese contrato matrimonial bajo mis
tención, como si cada una de mis palabras fuera
ón de dólares al momento de firm
espondió
a. Por tu apariencia, puedo notar que eres tu propio jefe, que dir
ón cambió
presa familiar. Sin embargo, en cuanto firmemos ese contrato, la pres
él y en que esta repentina d
eas fiel, como yo lo seré contigo. Seré tu esposa cuando lo necesites, te acompañaré a reuniones, eventos y a la caridad, si es que tu familia participa en ello. Pero en casa, seremos dos
pero así eran las cosas conmigo, mientras no hubiera amor por parte de ningu
trato estaba cerrado. Solo quedaba
che no reg
onceavo aniversario. Durante días había contado las horas para esa fecha, ilusionada por lo que significaba, sin imaginar que
las cuatro de la madrugada.
de lujos bajo mis propias condiciones se llamaba Federico Rojas. Era ejecutivo de cuentas en la e
ciera, dejando el testamento en manos de Federico. Sin embargo, su abuelo había establecido una condición inquebrantable: antes de re
alguien más to
ormaba parte de su
me convenía muchísimo fo
era un juego, y tení
s a su
man
, parecía
me perdería, me cost
rior casa, no me perdía porque sabía donde estaba ubicado todo, pero, ¿Aquí? ¿Cómo le
os de
uando amaneciera, la mansión se vería abso
s que tendrás la libertad de hacer lo que se te dé la gana aquí. Mi madre te matará,
lidad y hospitalidad tendría sus
l mundo salgas de tu habitac
. Si él no había cuestionado mis exigencias antes, no tenía razone
la segunda? - res
parece, te convertirás en su enemiga, y créeme, no es algo de lo que puedas salir fácilmente, ni de lo
lia no sería precisamente convencional y que
viera eligiendo sus palabras con cuidado-. No entres
í el
Por
Pase lo que pase, por más curiosidad que sientas, por más ruidos que escuches..
rque con esta última ad
é ocultaba tanto misterio detrás de e
ajada que había mostrado hasta ahora. Algo en su
-murmuré s
tarde o temprano descubriría q
a ingresar e
entía como una princesa conocie
de mi cuento de hada
do por tanto tiempo,
era peor que C
acones filudos, sentí que la mujer me miraba fijamente, tal como si estuviera analizándome y rápidament
o para besarle la mejilla. Si sus ojos fueran cuchillos, seguramente
é haces despierta a esta hora? Te dije
o llegué y como vi que no estabas, decidí esperar a que llegarás. Más jamás me ima