a golpeando el techo del café de Lila era ensordecedor, y las luces titilaban, dejando la atmósfera suspendida entre lo real y
despreocupada y casi insolente, se acercó a la barra
so de agua-. ¿Nos quedamos a esperar que pase la tormen
lla una ansiedad que no sabía nombrar. Aroon tenía esa manera de desarmar los silencios que a veces dolían demasiado. Sin embargo,
una concentración casi dolorosa, como si en cada gota buscara algo perdido. Había en él una quietud que no era in
como si el momento le pe
la ventana. La lluvia le empapó el rostro, pero no pareció im
nom, como guiada por una corriente invisible. La torment
sin mucha intención detrás de las palab
esta, eran una promesa: silenciosa, inevitable. En ellos, Lila sintió u
in pensarlo,
s, firmes, y su quietud sólo hacía más intensa la tensión que brotaba entre ellos. No dijeron nada. No h
agua resbalaba por la piel como una caricia incómoda. Thanom no soltó su mano. Su
ro, sorprendida por su propia voz. No sabía
dad que la desarmó-. Pero hay mied
era el calor que brotaba de la conexión entre ellos. Cerró los ojos. No
una risa los devol
pareció en la puerta tras ellos. Su figura recortada por la luz del local,
ra. Aroon no los juzgaba, pero la chispa en sus ojos ya no era sólo de d
luso una tormenta se vea... interesante. -añadió Aroon,
lla que Aroon había dejado vacía. La lluvia continuaba golpeando los cristales, pero ahora, cada gota
omo dos extremos de una misma histor
Pero algo en su interior ya
bre el mundo, Lila supo que ese instante -tan brev