Lo volvía a escribir, lo leía, dudaba. Y así se le iba el tiempo entre turnos de patrullaje y silencios cargados
la
recién lavado, le llegó un mensaje que lo
la costa esta tarde? Nada formal
e faltaba el aire. Se cambió la ropa con prisa, eligiendo una camisa liviana y un panta
no era el tipo de lugar en el que Javier esperaba encontrarse con ella. Pero, a medida que se ac
La brisa no era tan fuerte como en la costa, pero seguía cargada de la misma esencia salina. Frente al automerca
y pantalones cortos que dejaban ver sus piernas bronceadas. El cabello lo llevaba recogido en una coleta
con una sonrisa divertida,
on un dejo de nerviosis
saludo cordial. Había algo en el aire, una conex
ienda, otros caminando sin rumbo fijo. La calidez de la tarde se reflejaba en los cristales de los autos estacionados, y el sonido de la ciud
ran apresurados. Era un caminar tranquilo, casi relaja
lla, rompiendo el silencio que
odo estaba ocurriendo de una forma distinta a lo que ha
-. Yo he estado ocupada. Entre el trabajo y algunas cosas perso
nada ni nadie pudiera alterar su paz. En ese instante, le pareció que el mundo
ntersección, se giró rápidamente, quedándose de espaldas a él. Javier notó cómo su figura se marcaba en el aire, cómo se estiraba ligera
mirada que, por un momento, parecía cargada de promesas no dichas. Luego, como si no hubiera he
nara. El aire seguía cargado de electricidad. No podían seguir caminando así para siempre,
lo. El sol ya comenzaba a ponerse, y el cielo se teñía de tonos rojizos. Las luces del centro comerc
d -dijo Marina, mirando al horizonte-.
ace pensar? -pregunt
jos más suaves, como si estuviera buscando u
ue no nos damos tiempo para disfrutar lo que realmente importa. Como este momento, por ejempl
ía en el fondo de su pecho. Después de todo, ellos se habían cruzado en un momento que
a más bien natural, lleno de una expectación q
sta vez con una pregunta que
ría vernos
ire entre ellos. Javier no dudó. Asintió
Me enc
o si midiera la sinceridad de esa respuesta. L
egundo antes de volver a alzar la vista-. Soy solitari
qué le había conmovido más: su honestidad, su belleza sencilla, o e
romesas ni declaraciones grandilocuentes. Solo una certeza compartida entr