itu
oretti se apoyó en la baranda del balcón de su penthouse, mirando la ciudad que lo había visto crecer. La vista del puerto era impresionante, pero sus ojos no s
ado su poder con manos de hierro, en la penumbra de un mundo de mafias y sombras. Había conseguid
el mar mismo tratara de reclamar lo que por derecho le pertenecía. El viento le acariciaba la cara, trayendo cons
entos. Era un mensaje de Matteo, su hombre de confianza,
es esta noche. Luca insist
ien que no se conformaba con la tradicional lucha de poder en las sombras. Era un hombre de ambiciones desmesuradas y, en algún punto, se había cr
era inevitable. En su mundo, las reglas eran claras: o d
mensaje a Matteo: "Que se prepare t
o su mente no estaba en el negocio, ni en la guerra que se avecinaba. Algo más habí
en ese preciso instante, un recuerdo casi físico le atravesó el pecho. Se acordó de la última vez que
única luz en la oscuridad de aquel entonces. Pero todo cambió. Como siempre sucede en su vida, algo se rompió entre ellos. La
aba de la misma manera. O quizás sí, pero las circunstancias habían cambiado. Bianca Rossi ya no era la niña de ojos brillantes que se había
e ella, Bianca, la única que había sido capaz de traspasar sus muros. Y aunque el mundo a su alrededor estuvi
en el umbral con su característico gesto serio. Alessio lo observó con
, que conocía a su jefe lo suficiente como para notar que a
ancio. Había algo más grande, más importante que cualquier negoc
olo -respondió, con u
e significaba realmente ese regreso de Bianca. Sabía que no sería sen
que uno se hace a sí mismo son