itu
nético que la atrapó entre la razón y el deseo. Cuando sus dedos tocaron la manija y giraron, e
ros, que parecían leer cada pensamiento, cada emoción, cada fragmento de su alma. En su rostro no había sonrisa, solo una
de su boca como un suspiro, como si estuvie
lenciosa. La habitación se llenó con su presencia, pesada y aplastante, como si la ciudad misma hubiera dejado de moverse en
labras que la desconcertaba aún más. ¿Cómo podía ser que el hombre que había dejad
abía que tenía que ser fuerte, que no podía ceder. No podía volver
hasta quedar a solo unos centímetros de ella. Bianca pudo sentir su calor, su cercanía.
Dijo Alessio, con un tono que parecía profundo, pero también lleno de
vuelco. ¿Qué que
sentidos, provocándole un estremecimiento involuntario. No quería estar cerca de él, no ahora. Pero, al mismo tiempo, n
ero estaba claro que no podía escapar de la sensación de vulnerabilidad que
labras de Alessio eran como un juramento, una promesa sombría que la hizo estremecerse. -El des
de que había escapado, de que había dejado atrás esa parte de ella. Pero Alessio estaba allí, reclamando su e
ás cerca, su aliento rozando su rostro. -Tú sabes lo que éramos,
lo que había sufrido. Su vida en Londres, lejos de él, había sido una huida, sí, pero también una salvación. Pero, en ese momento, frent
e, Alessio. No lo fue. -Dijo, dándose fuerzas. -Tu vida... tu mundo... no e
o había ira en su rostro. Solo una tristeza profunda
n un susurro. -Y te prometo que haré lo que sea necesario par
cómo podía ella resistirse a esas palabras, a esa mirada? Su amor por él nunca se había desvanecido por complet
-Dijo, sus palabras pesadas, llenas de d
palabras que podrían cambiar el rumbo de sus vidas. Pero Alessio no se apartó. Estaba allí,
. -Sus palabras fueron simples, pero llenas de u
olvían. La decisión estaba en sus manos. ¿Iba a ceder a la llam
sabía lo que quería, lo que necesitaba. Pero también sabía que el prec
aunque sabía que, en su interior, l
era sonrisa en su rostro. Sabía que la batalla n
oz un susurro en la noche. -Pero no tardes
ando a Bianca sola con sus pensamientos, su
esión de la decisión que se avecinaba. Pero algo d
menzado a tejer sus