a, y hasta el canto de los pájaros suena como una canción vieja. Nico despertó con el cuerpo entumecido, pero rel
a seguía tibio. ¿Hace cuánto se levantó? Estiró el cuello, escuchó el crujido
erdida en la nada. Tenía una de sus camisas puesta, apenas abotonada.
Ca
spingo, como si la
o sin volverse
o la taza que ya estaba servid
ió, demasi
esperté temprano.
na especie de distancia nueva en su forma de moverse. No podía ponerlo en palabras, pero
n mal sueño
gundo pareció querer decir al
impo
u cercanía. Camila no se alejó, pero su cuerpo se m
dijo Nico, apoyando la cabeza en su hombr
puso rígida por una
o -respondi
pálida que de costumbre. Y sus ojos, aunque
i, qu
era como ver a alguien usan
dormiste tan rápido anoche, me quedé da
amente, sin dej
al menos creía
arente. Cuando algo le pasaba, lo decía. Pero esto e
ás ocult
bía planeado, pero al decirla se di
o apretó la taza con más fuerza de
que le dolió más que cualquier g
z... no te
como si alguien acabara de arrastrar u
ntó ser relajada-. Si querés hablar d
. Culpa. Nico lo sintió como un puñetazo. Pero antes de que pudiera decir alg
a cocina, sostenie
pasó y no me l
do. El sonido de sus pasos se había desvanecido
nunca había dudado de el
ezando a arrepentirse de haberle prop