anterior. Pronto, se dio cuenta de que su vida ya no consistía solo en organizar agendas o gestionar llamadas. Su traba
. Era una amenaza oculta, disfrazada de instrucciones. Helena había sentido la presión de manera
ntos cuando la puerta de su oficina se abrió de golpe. Ricardo entró, su figura alta y elegante como siempre, pero con un
parecía más serio que nunc
ejos de sentirse intimidada, ahora estaba acostumbrada a sus cambios
para que tomara asiento frente a él. A pesar de la formalidad del lugar, el ambiente ahora parecía cargad
rari? -preguntó Helena
observándola por unos segundos. El silencio
pequeño detalle que podría hacer que todo se derrumbe. -Ricardo hizo una pausa, asegurándose de que Helena prestara atención. -El director
ció el ceño
mi trabajo? -preguntó, sintiendo que la
una mezcla de concen
vea que mi vida personal está en orden, que no soy solo un hombre de negocios, sino alguien con estabi
rocesar lo que acababa de escuchar. Las pa
rtada. -¿Está usted sugiriendo q
ó, sin perder
par de cenas, reuniones con el director, mostrar una imagen perfecta. Eres la persona más adecuada para este trabajo,
otels podría involucrar algo tan... personal. Pero había algo en la oferta que la hizo dudar
ión en la voz. -¿Y qué pasa después? ¿Una vez
e, sin mostrar una pizca
que cambies tu vida para siempre, solo que juegues un papel temporal. Esto no
margen de elección. Pero, al mismo tiempo, algo en su interior le decía que no podía re
tó, aunque sabía la respues
nte un largo momento, c
abilidad de todo Ferrari Hotels. Pero más allá de eso, perderías mi confia
días, y aunque la situación era incómoda, también era tentadora. La fusión era impor
rminación. -Lo haré, pero quiero dejar claro que esto es solo u
ente, como si hubiera
e hagas lo que sabes hacer mejor: se
u vida cambiaría por completo. Y aunque no lo dijera en voz alta, un temor persistente crecía en su interior. Lo
una decisión que no podría deshacer tan fácilmente. Pero mientras caminaba hacia la puerta, su mente ya comenzaba a trabajar en e