iez que soñaba con ser ingeniero. Vendía tamales co
tón. ¿La policía? Declaró que fue una riña de pandillas, lim
La esposa del alcalde me ofreció dinero sucio para callarme, pero al rechazarlo, las amenazas se hicieron reales. Mi casa amaneció pintada
mo obtener justicia cuando todos los hilos se movían e
ilia. Nunca estarán solos». Con esa medalla como mi única esperanza, sin nada que perder, vendí mis pocos ahorros y viajé doce horas hasta la base naval. Allí, bajo el sol pon