os, su acosador, Damián Bravo, me destrozó la mano con un martillo, acabando con mi carrera de ar
a la Secretaría de Movilidad. El
ndican que se divorció hace
día que m
con quién se casó Catalina
r con la mano izquierda- eran todo una mentira? Encontré su casa secreta, una mansión de c
tal y escuché las pala
pelo-. Era la única forma de asegurarme de que nunca me dejaría. H
Había ordenado mi destrucción para convertirme
na. «Feliz aniversario, mi amor. No pu
anos. No tiene ni idea de que acabo de ver a
che, comienz
ítu
izar la dirección de mi licencia de conducir. Una tarea sencilla, a
con ojos cansados, tecl
azar
soy
o a mí. Un pequeño ceño
to que confirm
la
l aquí aparece
El bullicio de la oficina se d
Eso es un error
a no levan
divorcio se finalizó el 12
zó a martillarm
¿De quién... de
talla con v
ina de
esposa. Fue como un p
si se volv
pleada teclearon u
Se casó con un tal
án B
la mirada a mi mano derecha, la que solía sostener un lápiz y
n un estacionamiento. Dijo que Catalina nunca me amaría, que yo solo era una distracción temporal. Lu
ometido hacérselo pagar. Me había abrazado, diciéndome que me cu
ombre que me hizo eso? ¿Cóm
de comer, me vistió. Cuando caí en una profunda depresión, incapaz de trabajar, construyó un estudio de última
n mi bolsillo. Un
o esperar a celebrar contigo esta no
bras nadaban ante mis ojos. Todo su cuid
dad de México. Para el mundo, era fría y despiadada. Para mí, era la persona más cálida del mu
e guardaba e
la SEMOVI en mi mano se sentían como un certificado de d
una propiedad aislada en las Lomas, no muy lejos de nuestra
hueco. La casa era una moderna caja de cristal, como
luces estaban encendidas. Me deslicé hacia los ventanales que i
adentro. Un quejido. Sonaba como
ces l
Era Damián. Él lloraba, pero ella sostenía una fusta, del tipo q
tigando. Quizás esta er
illa. No estaba enojada. Su expresión era de cariño, de intimida
su voz se filtraba a través del
con los ojos lle
que te extraño tant
rara, una que yo le había comprado a Catalina para nuestro primer anive
sobre su eje. Mi mano derecha, la muerta, palpit
abras que destrozaron lo
acariciando el pelo de Damián-. Está tan ro
a y depredadora que nun
forma de asegurarme de que nunca me dejaría por a
só de
recompensa. M
n se iluminó con u
stás enojada po
truoso-. Claro que no. Lo amo, y por eso tengo que conserv
ndo. No mi aniv
atorada en la garganta. Corrí, sin saber a dónde iba, solo nece
de nuevo. Otro me
riño? Te estoy es
orquestado mi ruina. No solo me había traicionado. Me había destruido, pieza por pieza, y luego m
a una prisión. Y yo acababa de
tan inmenso que pensé que me moría. Pero debajo del dolor, un nuev
e había roto. Es
aría de ella. Reconstruiría mi vida. Y un día