evolviéndome el estómago. Caminé hasta la pequeña florería del pueblo, donde compré un ramo de azucenas blancas y
té abrir la puerta del copiloto, una mano salió disparada y me
n, y el asiento de atrás brinca mucho". Habló como si fuera la cosa más razonable del
ientras Damián te consuela", añadió. Su tono implicaba que él de todos modos no querría consolarme. Miré a mi esposo, que estaba a
richos de Carla. "Súbete atrás, Jimena". Mi corazón, ya marcado y sensible, sintió una
privado que pertenecía a la familia de Damián. Por el espejo retrovisor lo vi ajustar la temperatura del aire acondicionado para Carla y
alguno por el que luchar. Poco después llegamos a la cima de la colina. Mientras me
sola", contesté con voz plana. Ignorando mis palabras, intentó arrancarme
a muerte ella estuvo involucrada de alguna manera, de
s que complicar las cosas?", siseó. Sus ojos brilla
llana. El camino estaba resbaladizo por la lluvia reciente. Mientras Carla trataba de quit
ivamente para tratar de estabilizarla. Ella malinterpretó mi movim
con sus zapatos resbaladizos,
amián se bajó del auto a toda prisa. No vino hacia mí; c
tás bien? ¿Te lastimaste?". Luego, se volvió hacia mí y, con una voz ca
zó a llorar. "Solo quería ayudarla a cargar las flo
cho de Damián, al mismo tiempo que le instaba: "Suéltame. Estoy b
tinuación, volvió su mirada furiosa hacia mí. "Carla estaba tratando de ayudar, y tú reaccionaste com
No veía que en realidad se trataba de mi bebé,
tra una marea de rabia. "No tengo nada de qué disculparme". Al oír eso, su mandíbula se tensó. "¡Discúlpate, o te juro que
ián me hubiera amenaza